Saltar al contenido
enojo

Votar desde la emoción y los peligros que conlleva

El próximo 1º de julio, las y los mexicanos podrán ejercer su derecho a votar en las elecciones populares –tal como lo indica el artículo 35 constitucional en su fracción primera. Se espera un alto índice de participación político-electoral en donde más de 3,400 cargos a nivel local y federal están en juego.

La literatura muestra que la mayor parte de la población que está en edad de votar, es guiada por la emoción, esto es, se deja la razón de lado y la decisión es influida desde fuertes cargas emocionales tales como: enojo, miedo, desencanto, hartazgo, etc. Cierto porcentaje de la ciudadanía no vota pensando en la mejor opción, no hace un análisis profundo de los candidatos, sus equipos y de las propuestas que vociferan a la sociedad.

También está comprobado que el debate no hace presidentes -si bien hay cierto reacomodo en la intención de voto- este no es significativo. Es decir, no importa quién tenga las mejores propuestas, la mayor experiencia o el mejor equipo. Lo que importa es, de manera lamentable, decirle a la gente lo que quiere oír. Ganar a toda costa. Para algunos políticos no hay escrúpulos. Esto va desde la compra de votos hasta el uso de la mentira en cadena nacional.

Sin embargo, no hay mentira o tarjeta rosa que pueda contra la razón. No hay demagogo ni populista que venza a la misma. La información debería de ser la base de la argumentación de todo elector, y no el chisme o la queja que esté de moda a cerca del gobierno en turno.

Véase a las próximas elecciones como un proceso de contratación en el que se le dará la vacante al más capaz, al que garantice un alto rendimiento y buenos resultados; al que tenga tanto la mejor preparación como al mejor equipo para enfrentar los problemas nacionales e internacionales; al que tenga la mejor propuesta en seguridad, migración, inversión pública y privada, educación, en combate a la corrupción, etcétera; al que no tenga bajo su nombre actos ilícitos verificables, al más integro. Y para todo ello se requiere a la razón, para así poder tomar la mejor decisión.

Sin más, el derecho al voto es un regalo que los mexicanos se han dado a sí mismos, por lo que no debería ser tomado a la ligera.

La invitación está abierta: votar desde la razón, sin emoción.

David Lorenzo Cayetano
dlpoder

Al navegar en este sitio aceptas las cookies que utilizamos para mejorar tu experiencia   
Privacidad