Técnicamente los videojuegos son programas informáticos (software), que por medio de mandos o controles y conectados a una pantalla de T.V, computadora u otro dispositivo electrónico integran un sistema de audio y video que permite simular experiencias virtuales cuya principal función es brindar entretenimiento a los usuarios.
La década de los años 70 se menciona como la más relevante en el surgimiento de los videojuegos, es en 1971 cuando Nolan Bushnell inició la comercialización del “Computer Space”, como una nueva versión de “Space War”. Al año siguiente, 1972, surge la máquina “Pong” como una versión comercial del juego Tennis for Two de Higginbotham, el creador de este sistema fue Allan Alcom para la compañía de reciente creación denominada Atari, convirtiéndose en la piedra angular de la industria de los videojuegos.
Estos videojuegos comenzaron a extenderse de forma imparable a partir de la década de los ochenta, haciéndose un hueco en muchos hogares y generando alrededor un mercado de gran influencia económica, ya que al paso de los años la sofisticación de los mismos ha generado que los precios de algunos de ellos sean elevados, de tal suerte que se conoce como “población gamer” al grupo de personas que ha ido evolucionando a lo largo de los años y en la actualidad utiliza consolas como Xbox, Playstation y traslada el entretenimiento a aquellos juegos virtuales que puede tener y utilizar en los llamados teléfonos inteligentes.
Tan solo en México en un estudio realizado por The Competitive Intelligence Unit dio a conocer que a finales de 2020, el 57.4% de la población total en México se consideró “gamer”, esta cifra representa un total de 72.3 millones de personas, mismas que ha preferido cambiar a esta actividad, dejando atrás los espacios recreativos, deportivos, culturales y de convivencia familiar.
Sin embargo, es conveniente conocer que los videojuegos tienen tanto su lado positivo como el negativo. Dentro de la parte positiva se ha encontrado algunos beneficios cuando se emplean de manera “correcta” y dosificada, ya que intercambiar videojuegos puede llegar a favorecer el contacto social y participar en actividades comunes, al estar en comunicación entre amigos y/o conocidos con aficiones similares, el estímulo para lograr “un premio” por concluir el juego.
En algunas ocasiones puede llegar a favorecer en los usuarios de menor edad, el desarrollo de una mayor capacidad para la constancia y el esfuerzo, puesto que el niño al jugar no siempre ganará, por lo que quizás seas un coadyuvante para incrementar la tolerancia a la frustración y la conciencia de que es relevante continuar en el empeño e intentarlo de nuevo.
Desde otra perspectiva, los videojuegos pueden favorecer la coordinación visual y manual, potenciándose la adquisición de habilidades en el manejo de los controles, igualmente estimula la memoria y la capacidad para retener conceptos numéricos e identificación de colores facilitando el contacto del niño con el entorno informático.
En el 2018 la OMS menciona abiertamente el trastorno por uso de videojuegos, describiéndolo como “un uso persistente y recurrente que provoca un deterioro y un malestar significativo”, y ante el incremento en más de cinco por ciento en la cantidad de personas que dedicaron gran parte del día a esta actividad debido al confinamiento por la pandemia de la COVID-19, la lista actualizada de enfermedades de la Organización Mundial de la Salud (OMS), aprobada en la asamblea de mayo del 2021 y que entró en vigor el 11 de febrero de 2022, por primera vez incluye la adicción a los videojuegos en su apartado de desórdenes mentales.
De este modo, entre los efectos nocivos que los videojuegos pueden tener en la salud de los “gamer”, los resultados de estudios realizados en diferentes edades arrojan resultados sobre el uso sin conto de estos juegos, pasar varias horas del día en esta actividad, genera desórdenes de importancia en la vida de los niños y adolescentes, ya que se llega a perder el control sobre el juego y de manera progresiva el fenómeno de adicción se va generando, lo cual impactará de manera inmediata en su vida cotidiana. En este punto, se antepone el uso del videojuego a otras actividades como el deporte, la lectura o el contacto con los amigos. Se produce incluso una ruptura con la vida social, llevando a un aislamiento de consecuencias importantes, y en casos extremos, la práctica excesiva de estos juegos lleva al niño a una huida del mundo real encerrándose en otro virtual.
La atención puesta en el juego desarrolla un agotamiento y un cansancio del sistema nervioso con aparición de síntomas de depresión o ansiedad, propiciando además un deterioro en el rendimiento académico significativo apreciándose defectos en la capacidad de atención y un desinterés llamativo por las actividades escolares. en casos extremos, el niño o adolescente al perder el control sobre sí mismo para dejar de jugar, ha suscitado síntomas de abstinencia cuando no pueden jugar o bien se les restringe el uso de los mismos, sumándose además comportamientos impulsivos y agresivos.
Desde luego que el uso excesivo y prolongado de videojuegos también se ha relacionado con el incremento en el riesgo de desarrolla sedentarismo, sobre peso y obesidad, representando efectos negativos en la salud física y emocional de niños y adolescentes.
Otras consecuencias relacionadas con el uso continuo y prolongado de los videojuegos son la aparición de molestias en los ojos con síntomas de irritación al no realizarse los movimientos de parpadeo que lubrican la córnea, debido a la atención que se presta al juego, los dolores de cabeza pueden llegar a ser frecuentes principalmente cuando los niños presentan también condiciones a atender en la agudeza visual. También, debido a las posturas que se adoptan durante el juego, pueden aparecer dolores musculares o “vicios” posturales, que traerán consecuencias poco favorables en un organismo en crecimiento y maduración. Reportes médicos también resaltan la presencia de molestias en la mano y muñeca debidas al desarrollo de tendinitis (inflamación de los tendones).
Ahora bien, jugar videojuegos es divertido y se ha conformado como una parte normal de la vida de los niños y adolescentes, y como sucede con otras actividades, el equilibrio para poder disfrutarlos sin que lleguen a convertirse en algo dañino o perjudicial radica en gran medida es establecer rutinas y considerar algunas recomendaciones.
- Controlar el tiempo que se dedique al juego (no más de tres horas a la semana)
- Considerar utilizar el tiempo de juego como recompensa por terminar tareas, ayudar en casa, etc.
- Supervisar el contenido de los videojuegos.
- Privilegiar la vida familiar (evitar que los videojuegos llenen los vacíos emocionales de niños y adolescentes)
- Estar alertas a situaciones de alto riesgo como: uso compulsivo de videojuegos, cambios en el comportamiento como impulsividad, conducta agresiva, y en el rendimiento escolar.
- Ya no muestra interés en otras actividades que solía disfrutar.
- Miente sobre la cantidad de tiempo que pasa jugando videojuegos.
- Usa los videojuegos para aliviar el mal humor.
Después de conocer los dos lados de los videojuegos, queda a los padres y madres de familia valorar si los mismos son héroes o villanos, dependiendo de cómo deseen apoyar a sus hijos e hijas.
Lic. en Psicología por la UNAM. Me he desempeñado como Psicóloga Escolar por espacio de 20 años, y como Directora Académica en los niveles de Preescolar y Primaria en colegios privados los últimos 15 años.
Formadora de Directivos y Docentes en la Reforma Integral de la Educación Básica (UNAM-SEP, 2009-2010), Participante en el Sexto Congreso Nacional de Primaria 2014 “Desafíos en el Aula”, en la Unidad de Congresos del CMN Siglo XXI.
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