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¿Manifestaciones legítimas o un medio de vida?

Recuerdo que en una de mis clases de Políticas Públicas, uno de mis maestros decía: “las manifestaciones son buenas, permiten a los gobiernos tener un termómetro sobre los resultados de sus acciones…”

El día de hoy, al salir de una de las estaciones de metro que más frecuento (en la CDMX) misma que se encuentra a lado de unas oficinas de la SAGARPA y SEMARNAT, me detuve en el semáforo peatonal para cruzar, cosa que se veía resultaría toda una aventura y me recordó mis pasos por el metro Juárez, en el recorrido hacia reforma. Es muy común ver manifestaciones en las calles aledañas a gobernación y dado el conglomerado, difícilmente uno se detiene a observar mientras libra los obstáculos al caminar, como en ese momento.

Toco el tema porque, si se toman unos minutos de reflexión y previa observación, como algunas veces suelo hacer, se darán cuenta que hay “líderes” y “grupos” que hacen de la manifestación de sus inquietudes, demandas e insatisfacciones, que pueden o no ser legítimas, un verdadero modo de vida profesional.

Pero, ¿por qué escribo esto? bueno, pues al estar observando detenidamente el comportamiento y organización de los que ahí confluyen, muchos están perfectamente “coordinados” si es que vale el término, adiestrados casi militarmente y lo que resalta mayormente es el equipamiento. Sí, las casas de campaña, los aditamentos para alimentarse, la organización de los puestos de comida, baños, herramientas, acondicionamiento de vehículos y un largo etc… que para el ojo no entrenado en temas de logística pasaría desapercibido.

En una de esas tantas ocasiones, recuerdo que me tocó ver como de pronto se escuchaban una especie de silbidos particulares y que en ese momento todos se ponían de pie, y al siguiente sonido, gritaban y posterior a eso, otros movimientos, todos con gran sincronía. Así que, sin restarle importancia a las demandas ciudadanas de cualquier grupo, pueblo, colonia, etc… es lamentable que pierdan su razón de ser como denunciantes de fallas o faltas de atención del gobierno, cuando son controladas por grupos que persiguen intereses propios, políticos o  económicos.

Parece simplista el argumento, pero no lo es. En realidad, si se ponen a sacar números sobre el costo de equipos, organización, transporte, alimentos, etc. Se darán cuenta que es imposible que muchos de esos grupos costeen todo ese equipamiento, solo porque un día decidieron que estaban hartos de una injusticia y optaron por marchar en defensa de ese reclamo y apostarse frente a una oficina. Ojo, con esto no quiero decir que en todos los casos sea igual, solo manifiesto que hay quienes hacen de esta actividad un modo de vida de manera casi profesional, que además, no debe resultar nada despreciable en términos de rentabilidad.

Como estudiosos o generadores de políticas públicas, es importante que se genere una cultura de medición de la realidad más allá de simples percepciones a la luz de los impactos en el imaginario colectivo de los ciudadanos. El gobierno debe ser capaz de desarticular esos modelos y generar mecanismos que permitan pulsar y acercarse al ciudadano común, inclusive al que vende su estancia en esas manifestaciones por un recurso inmediato pero escaso y poco oneroso pero que en medio de la necesidad le representa un “peor es nada”.

En la antesala de esta próxima cultura directiva de gobierno, quizá el aprendizaje sea beneficioso, pues en la calle están las respuestas, más allá del estatus que brinda la cómoda oficina, sin descalificación de la formación académica y de vida.

El reclamo es manifiesto, pero debe encontrarse el verdadero sentido y aprender a leerse más allá de la política de poder, entendiendo que el hoy es el resultado de las decisiones de ayer. Los intereses de determinados políticos son los que en muchas de las ocasiones mueven a estos grupos o los alquilan para ejercer presión en busca de sus muy particulares intereses, claro está, con banderas que parecerían loables, legítimas y por demás, incuestionables frente al ciudadano común que leerá las imágenes y notas del evento como soporte suficiente para calificar de negativo al organismo acusado.

En estos nuevos tiempos, cuando se rompen ciclos y/o se cierran otros, se dan las condiciones para generar caldos de cultivo que permitan sembrar y florecer nuevas prácticas, ojalá ciudadanos y gobierno podamos aprovecharlas y ser agentes de cambio. Para el Estado, se hace urgente la acción combinada entre lo científico (preparación) y lo empírico (el campo donde acontecen las demandas ciudadanas). Poco a poco iremos abonando en estos temas con datos y argumentos académicos, por lo pronto, dejémonos a la reflexión.

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ECG. Alfonso León de Garay Montoya.

Ex funcionario estatal, local y federal; consultor asociado en temas organizacionales de alta dirección pública.

alfonso.leondegaray@gmail.com

@aleondegaray

https://linkedin.com/in/alfonso-leon-de-garay-m-ba345742

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Los comentarios realizados por las plumas invitadas en dlpoder.com reflejan perspectivas y análisis personales. DLpoder es un medio de comunicación democrático en donde todas las perspectivas aportan valor y son respetadas sin discrepancia.

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