Diariamente muchos de los que viven en la Ciudad de México residen en una Delegación (próximamente Alcaldía); pero realmente habitan en más de una, por lo menos dos. Cotidianamente se trasladan por actividades ya sea laborales, o de vida como puede ser ir al supermercado, hacer algún pago o trámite, escuelas de los hijos, estudios propios, etc. Pasan sin casi notarlo de una demarcación a otra; como resultado de ello están recibiendo o son sujetos de varias administraciones, ya sea por trayecto, o porque se encuentran en alguna; y en ese andar reciben y hacen uso de servicios del gobierno central y de una o varias Delegaciones (utilizaremos este término para el caso de reflexión).
Cada Delegación brinda distintos servicios y a su vez ejerce acciones de gobierno o, según el caso, mandamientos que implican el ejercicio de autoridad. Si nos detenemos a observar, en muchas ocasiones estamos coexistiendo. Por ejemplo, trabajamos en una demarcación y en ella realizamos varias actividades como el recorrido, la comida o algún trámite, quizá en otra demarcación esta la escuela de los hijos y en otra más nuestra residencia. Todo el tiempo estamos conviviendo con las distintas administraciones incluido el nivel central o gobierno de la CDMX.
Las Delegaciones actualmente funcionan de esta manera, hay un Jefe delegacional o titular quien cuenta con un cuerpo de gobierno integrado por Directores Generales de distintas áreas como pueden ser Servicios Urbanos, Desarrollo Social, Jurídico, Seguridad, Gobierno, etc.; éstas conforman su gabinete. Aunado a ello en la mayoría de los casos se suman representantes de las colonias, quienes sirven de voz o monitoreo para la detección de necesidades e influyen en las acciones o decisiones.
El ejercicio de la administración se basa en planes, programas y presupuestos que, al menos en teoría, fueron elaborados con antelación y que van sufriendo ajustes conforme a las condiciones dinámicas, mismas que la población y el territorio demandan.
Una vez establecido lo anterior a manera de contexto, debemos adicionar que, las funciones que se desarrollan son bajo el marco normativo preexistente, como suelen ser las leyes, reglamentos y manuales de procesos, manuales organizacionales o en su caso de administración. Cada función está sujeta a estos marcos que regulan su actuar, y el margen de maniobra es o debiera ser estrecho.
El reto; con la reciente aprobación de la Constitución de la Ciudad de México, en cascada se deberán actualizar muchos de los supuestos normativos; pero enfoquemos la lente en las Alcaldías. Las Alcaldías en breve tendrán a su Alcalde, y su cuerpo de gobierno, empero, más allá de eso, los Concejales que tendrán entre sus funciones formar una especie de Cabildo, que no lo es, al menos no bajo el esquema que usualmente se encuentra contemplado para los municipios. Ellos tendrán entre otras cosas, la función de verificar y/o pulsar las necesidades de las distintas zonas (distritos) que se encuentran conformando la demarcación. Aunado a ello, serán “garantes” del buen destino de los recursos y la buena administración, formando parte de la “Alta Dirección” (perdonando el calificativo), dentro de la toma de decisiones que afecta a la población gobernada.
Hasta aquí podríamos decir, todo bien, pero…. Actualmente las Direcciones Generales dentro del ámbito de sus atribuciones, tienen el deber de estar cerca de toda la demarcación al momento de brindar atención a la población como resultado de su mandato o función sustantiva. Un ejemplo pueden ser los servicios urbanos o lo que atañe a los temas sociales dentro del área de Desarrollo Social, o el área de Gobierno atendiendo el tema de los mercados; todo lo que una dirección debe hacer y supervisar dentro de su función y, sobre todo, presupuesto y programa aprobado. La suma de todo lo anterior se agrupa e implica acciones y recursos programados.
Sí, en breve, a esta compleja red se le agregará un aditamento llamado Concejal que sumado a sus compañeros conformarán la Concejalía que intervendrá dentro de la administración en la toma de decisiones del Alcalde, pues tendrá muchas aristas en el quehacer de lo establecido en la planeación y el trabajo diario de las áreas sustantivas.
Un detalle adicional, normalmente todos los programas, proyectos y funciones se soportan a través del área adjetiva o Administración, donde verdaderos titanes luchan para poder engarzar el elemento humano, material y financiero como recurso finito y escaso (Economía), para que por medio de esa suma se materialicen las Políticas Públicas que jamás son estáticas.
Concluyendo, el reto versa en la compleja funcionalidad que enfrentarán titulares (cuerpo de gobierno) y Concejales para llevar a buen puerto la demanda ciudadana fija y flotante, sazonado con la urgente actualización del andamiaje normativo para no caer en irregularidades o faltas administrativas, e inclusive, posible falta de certeza jurídica o ilegalidades aún sin intencionalidad.
La pregunta: ¿Cómo montar la bicicleta ante el próximo banderazo de salida, si aún no está armada? La labor de ajuste frente a la nueva administración en su modalidad de “Alcaldía”, enfrentará grandes retos y el más urgente es, la adaptación de su función o atribución sujeta a su marco regulatorio aún en gestación.
Las estructuras organizacionales enfrentarán un reto de gran tamaño al armonizar y normalizar toda la complejidad funcional y normativa con las exigencias, actividades e intereses de grupos representados ahora por los concejales que, dicho sea de paso, cobrarán ventaja frente a los grupos fácticos, léase líderes y representantes de colonias, y que podrían no ir en la misma dirección, o sumar grupos y generar desequilibrios. Habrá que esperar y observar.
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LAE. Alfonso León de Garay Montoya
Ex funcionario estatal, local y federal; consultor asociado en temas organizacionales de alta dirección pública. Egresado del Programa de Alta Dirección de Dependencias y Entidades Públicas, Maestría en Administración Pública y Especialidad en Contrataciones de Gobierno.
Correo: aleondegaray@yahoo.com.mx
Twitter: @aleondegaray
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