Por mucho que nos cueste aceptarlo, Donald Trump pasará a la historia como uno de los personajes más auténticos de la política internacional. Su campaña nos dejó ver su verdadera personalidad, impulsiva y retrógrada, que no se asomaba durante sus anteriores apariciones en medios de comunicación. Todavía cuesta trabajo asimilar que haya conseguido su objetivo inicial y sea ahora el comandante en jefe de nuestro vecino del Norte. Sin embargo, la polémica Presidencia del magnate rebasa ya su primer año de duración, entre amenazas de «impeachment» y por supuesto, una oleada de críticas y desaprobación internacional.
No cabe duda que la imagen de Donald Trump ha logrado lo que pocos políticos: Ser el centro de atención de la opinión pública frecuentemente. Aunque, desde mi punto de vista, esta atención sea canalizada negativamente. Parece ser que el principal objetivo del también empresario es estar en boca de todos, aunque se recurra a la polémica, comentarios discriminatorios o medidas impulsivas de campaña.
A pesar de basar su campaña Presidencial en amenazas y promesas de estandarizar «La grandeza original de Estados Unidos», poco es lo que Trump realmente ha podido lograr. Empezando por su principal promesa de campaña, el dichoso muro fronterizo en la frontera sur de Estados Unidos, que colinda con nuestro país. Si bien el showman americano no ha desistido de amenazar a México con el supuesto pago del mismo, no ha concretado nada respecto a la criticada propuesta. Es más, no ha sido siquiera capaz de lograr que se autorice el presupuesto que solicita para su construcción, mismo que planea obligar a que nuestro país reembolse paulatinamente. Su segunda promesa fue la eliminación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, misma que fue reestructurada a una negociación que parece interminable, pero lejos de darlo por muerto.
Prometió también eliminar los privilegios para los llamados “dreamers”, propuesta que está más cerca de ser una realidad que las anteriores, aunque con costos críticos. Inició con poner fecha de caducidad a DACA, el programa de apoyo a soñadores latinos que radican en Estados Unidos. Hoy en día, ha llegado a la separación de familias migrantes que están por ser deportados. Hay miles de niños que fueron sustraídos de sus padres, generando un caos que ni las mismas autoridades estadounidenses saben remediar.
La volatilidad en el Congreso es otra gran consecuencia. Hasta el momento, el Gobierno Estadounidense lleva ya dos suspensiones de Gobierno, por una falta de acuerdo en el presupuesto. Notoriamente, los demócratas no se mostraron accesibles a permitir el Presupuesto del Gobierno por la negativa del Ejecutivo a sentarse a negociar el tema de los «dreamers».
El aparente “punto fuerte” de Donald Trump es la economía. Hay que reconocer que ha tenido una buena vida empresarial, con buenos manejos de sus empresas, lo que lo llevaron a una cuantiosa fortuna. Sin embargo, una vez llevado a escala nacional, dentro del marco político, su desempeño tampoco ha sido del todo favorable. A principios de año, el Dow Jones registró la caída más grande en los últimos 15 años. Esta cifra es crítica, más viniendo de la administración de un aparente economista de prestigio.
Lo que sí ha logrado la «Nueva Era Trump» es regresar el pensamiento preocupante de supremacía norteamericana. Ahora, con el discurso de odio que ha promulgado Donald Trump, este pensamiento ha regresado y más radical que nunca. Esto ha traído como consecuencia problemas de seguridad alarmantes, prácticamente considerados terroristas, a cargo del «White Suppremacists», el grupo de supremacía que busca limitar los derechos y territorio norteamericano a sus originales étnicos. Basta con recordar Charlottesville, como un ejemplo. Esto, sumado a la falta de control en la venta de armas, también ha originado catástrofes lamentables en escuelas y lugares públicos. Recientemente, tenemos el tiroteo en la escuela secundaria de Florida que dejó más de 20 estudiantes muertos. No hay que olvidar también que el tirador fue, sorprendentemente, un joven de 19 años.
Sumemos el aumento de la tensión a nivel internacional, ya sea con los países latinoamericanos, con el extremismo de Corea del Norte o bien, con sus acérrimos rivales políticos, los rusos y compañía (los iraníes y los sirios).
En resumen, el primer año de Gobierno de Donald Trump únicamente nos ha dejado ver lo que ya sospechábamos desde sus primeros actos de precampaña. Un señor con un ego imparable, un carácter impulsivo y de superioridad sobre los demás. Un hombre capaz de provocar el despido de más de 40 funcionarios en su primer año en el cargo. Una persona que antepone sus intereses personales y de su familia (Con atento saludo a Ivanka Trump y Jared Kushner) a los de la nación a la que representa. Un líder con la suficiente capacidad de desestabilizar al país más poderoso del mundo, llevándolo a una crisis que apenas está comenzando.
No por nada, el pasado 20 de febrero de 2018, el New York Times lo calificó como «El Peor Presidente en la Historia de Estados Unidos». Un calificativo en el que casi todo el mundo está de acuerdo.
Well done, Mr. President!
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Carlos Sagaón
Twitter: @SagaonCarlos IG:@carlossagaonruiz
Estudiante de la Facultad de Comunicación en la Universidad Anáhuac, con especialidad en Periodismo. Popular escritor en la plataforma Wattpad. En su blog “Política Entre Jóvenes” se tratan diversos temas de carácter nacional e internacional.
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