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Laura Aguila Franco

Violencia y acoso en los ambientes escolares

“Todas las formas de violencia escolar representan una vulneración del derecho de niños, niñas y adolescentes a la educación y a la salud y el bienestar. Ningún país puede lograr una educación inclusiva, equitativa y de calidad para niños, niñas y adolescentes si sus estudiantes son víctimas de violencia y acoso en las escuelas”.

Stefania Giannini

Subdirectora General de Educación de la UNESCO

La violencia en los entornos escolares se constituye como una realidad que vulnera día a día a millones de niños alrededor del mundo, su derecho a la educación, estimándose que alrededor de 246 millones de niñas, niños y adolescentes son víctimas de violencia al interior y alrededor de las escuelas, siendo las niñas las mayormente afectadas por los roles de género predominantes. Es fundamental señalar que los centros escolares que no se preocupan y ocupan por construir ambientes inclusivos y seguros, violentan el derecho a la educación proclamado por la Convención sobre los Derechos del Niño adoptada por las Naciones Unidas, e incumplen con la Convención relativa a la Lucha contra las Discriminaciones en la Esfera de la Enseñanza,  cuyo objetivo es eliminar cualquier discriminación, así como impulsar las medidas que garantizan la igualdad de oportunidades y de tratamiento para todas las personas.

Describamos qué es la violencia escolar, son todas las formas de violencia que tiene lugar en las escuelas y sus alrededores, y que son experimentadas por las y los estudiantes, realizadas por otras y otros estudiantes, docentes y demás personal escolar con quien se tenga trato cotidiano. La violencia escolar incluye el acoso, que se considera la forma más generalizada de violencia escolar y que afecta a uno de cada tres jóvenes,  y el ciberacoso.

Los tipos de violencia más recurrentes son: la física, ejecutada entre pares, como las peleas y ataques físicos.

  • La violencia física cometida por docentes, que incluye el uso intencional de la fuerza física con la intencionalidad de causar lesiones, daños. 
  • Violencia psicológica como el abuso verbal y emocional y que incluye cualquier forma de aislar, rechazar, ignorar, insultar, difundir información falsa, insultos, burlas, humillaciones y amenazas, que se traducen en castigo psicológico.
  • Violencia sexual, y incluye la intimidación de naturaleza sexual, el acoso sexual, las caricias no deseadas, la coacción sexual y la violación, y es llevada a cabo por una o un docente, personal escolar o un compañero o compañera de escuela o de clase, y afecta tanto a niñas como a niños. 

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Paralelamente el acoso se define como un patrón de comportamiento, ya no son incidentes aislados, él acoso es un comportamiento intencionado y agresivo que ocurre repetidamente contra una persona, en donde existe un desequilibrio de poder, real o percibido y en donde las personas se sienten vulnerables e impotentes para defenderse. 

Entre sus variantes encontramos:

  • Físico: incluye golpes, patadas, afectación o destrucción de la propiedad.
  • Psicológico: burlas, insultos, amenazas, difundir rumores, información falsa, exclusión de un grupo.
  • Sexual: burlarse de una persona a través de bromas, comentarios o gestos sexuales.

Otra ramificación es el ciberacoso, mismo que ha sido definido como una forma de acoso psicológico o sexual, y que tiene lugar “en línea”. Las acciones más frecuentes son la publicación o el envío de mensajes electrónicos, que incluyen textos, imágenes o videos, con la intención de acosar, amenazar o agredir a otra persona a través de diferentes medios y redes sociales. El ciberacoso también incluye el difundir rumores, información falsa, mensajes hirientes o soeces, comentarios dolosos, así como excluir a las personas de las redes sociales.

​​​​​​​Es de suma importancia conocer que la violencia escolar es efectuada por estudiantes, docentes, diverso personal que labora en las instituciones escolares, y que la evidencia de observaciones realizadas, marca que la efectuada entre compañeras y compañeros estudiantes, es la más común, más no la única presente.

Naturalmente que el acoso deja huella y repercusiones en las personas que lo cursan, ser acosado afecta el sentido de pertenencia a un grupo, a la escuela, y ello se impacta en la participación libre y voluntaria dentro de su proceso de aprendizaje. Las y los niños que son acosados frecuentemente tienden a sentirse como alguien “extraño”, “ajeno” a la escuela, y habitualmente los resultados académicos también se mostrarán más bajos.

En el área de la salud mental y bienestar, niñas y niños que enfrentan acoso pueden experimentar un efecto negativo en ella, ya que el acoso se asocia con niveles más elevados de sentimientos de soledad e incluso de pensamientos suicidas. en los adolescentes se observan indicadores más altos de consumo de cigarro, alcohol, e incluso otras sustancias tóxicas como mariguana y cocaína.

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¿Qué hacer para poner fin a la violencia y al acoso escolar?

La labor de las y los docentes es un punto clave para crear un entorno de aprendizaje positivo y de apoyo, debido a que generalmente son los testigos inmediatos de la violencia escolar y los primeros en interceder para detener el comportamiento inadecuado. Si se diseñan protocolos y programas para brindar una educación de calidad que abarquen las habilidades blandas, desarrollando una conciencia de sí mismo en las y los alumnos, se avanzaría en la construcción de relaciones sanas y respetuosas, en entornos escolares y áulicos psicológica y físicamente seguros.

Recordar que desde su rol docente tienen la capacidad de modelar relaciones afectuosas y respetuosas, así como influir en la promoción de enfoques positivos  para gestionar la resolución de conflictos a través del diálogo y la disciplina.

Sin embargo, en un estudio realizado por la UNESCO en 2020 a través de una encuesta mundial en línea sobre la prevención de la violencia escolar, arrojó interesantes datos que señalan que no todo el personal docente cuenta con las competencias desarrolladas para prevenir y tratar la violencia escolar. Alrededor de un 48% de los docentes encuestados reconocieron haber recibido poca o ninguna formación e información sobre violencia escolar durante sus años de estudio, y establecieron haber aprendido a resolver la violencia a través de la práctica y la experiencia diaria.

Aunque las y los docentes encuestados tienen capacidad y herramientas para identificar la violencia escolar, y cuatro de cada cinco dicen que es su responsabilidad crear un entorno de aprendizaje seguro, la rutina diaria los absorbe y dejan de lado estos aspectos. Cuatro de cada cinco docentes ayudan a las y los alumnos que reciben violencia, pero solo la mitad se ocupa de los y las estudiantes que son testigos de la violencia.

La capacidad de las y los docentes para influir positivamente en el entorno escolar y para prevenir o responder a la violencia, depende en gran medida de su preparación, desarrollo profesional, normatividad de la enseñanza, liderazgo directivo, los marcos legales y políticos a nivel nacional, local y escolar, el apoyo, los recursos y la capacitación que se les brinde a lo largo de su diaria labor pedagógica.

Por su parte, la UNESCO ha identificado los componentes clave de una respuesta que va más allá de las escuelas y que podría describirse mejor como un sistema de educación integral o un enfoque de educación integral, siendo los siguientes:  

  • Un fuerte liderazgo político y un sólido marco legal y político para abordar la violencia escolar;
  • Formación y apoyo a las y los docentes en materia de prevención de la violencia escolar y gestión positiva de las aulas
  • Plan de estudios, aprendizaje y enseñanza para promover un clima escolar solidario (es decir, contra la violencia escolar y el acoso) y las habilidades sociales y emocionales de los y las estudiantes
  • Un entorno escolar y de aula seguro, tanto física como psicológicamente
  • Mecanismos de denuncia para los y las estudiantes afectados por la violencia escolar, junto con servicios de apoyo y atención
  • Participación de todas las partes interesadas de la comunidad escolar, incluidos los padres y madres
  • Capacitación y participación de los y las estudiantes.

Es  labor de todas y todos, dentro y fuera de los ambientes escolares, contribuir para acabar con este flagelo que ha permeado a todos los ámbitos del desarrollo humano.

Laura Águila Franco

@laura_aguila

Lic. en Psicología por la UNAM. Me he desempeñado como Psicóloga Escolar por espacio de 20 años, y como Directora Académica en los niveles de Preescolar y Primaria en colegios privados los últimos 15 años.

Formadora de Directivos y Docentes en la Reforma Integral de la Educación Básica (UNAM-SEP, 2009-2010), Participante en el Sexto Congreso Nacional de Primaria 2014 “Desafíos en el Aula”, en la Unidad de Congresos del CMN Siglo XXI.


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