Los reclamos y abucheos (rechifla también) recibidos por Andrés Manuel López Obrador el viernes 22 y sábado 23 (marzo de 2019) nos dan una idea de lo que ya se ve venir, de no haber cambio de actitud y respeto hacia los ciudadanos que demandan ser escuchados.
Andrés Manuel tiene su propio estilo y derecho de hacer política. A disentir, opinar, ser y hacer; lo único que parece no aceptar, es que él es el presidente de México y por ende de los mexicanos, de TODOS, sí de Todos y no nada más de la clientela electoral que pretende establecer para su vivencia y supervivencia política. Por lo tanto debe haber respeto a las diferencias de pensamiento y afinidad política ¿o no?.
…él es el presidente de México y por ende de los mexicanos, de TODOS, sí de Todos»
Tras 18 años de una campaña permanente de buscar polarizar, transgredir y agredir, polemizar y debatir, logró imponer un esquema muy sui géneris de hacer política desde las llamadas oposiciones (ya que ha militado y utilizado a casi todos partidos políticos existentes).
Sigue encarrerado y ahora, desde una ya desgastada mañanera, se convierte en juez y parte, en acusador y transgresor, esa forma de hacer política al revés no genera tranquilidad y mucho menos unidad.
Más allá de los adjetivos y epítetos que lanza como dardos políticos, ha generado una nueva camada de “próceres» de lo que él llama la cuarta transformación. “Entes” que rayan en la sobrada soberbia, ignorancia y petulancia, los cuáles dicen cada tontería disparatada que se convierten en terquedades políticas, ejemplos sobran, carece de importancia nombrarlas, ya que son de todos conocidos.
Para entender la política de la cuarta transformación se hace necesario darle lectura al revés, lo que se dice parece ser todo lo contrario, hay honestidad a modo y perdón de López Obrador, hay opacidad que se disfraza de necesidad, hay retrocesos y muy pocos procesos, hay días en que se piden disculpas momentáneas para dar paso a la acusación y señalamiento permanente.
Si bien las rechiflas y las protestas pueden ser catárticas y hasta útiles en lo referente a corrección de esquemas equivocados (siempre y cuando sean atendidas), también es visible el hecho de que las que son realizadas por los no afines, simplemente no son escuchadas y menos atendidas.
El borrón y cuenta nueva que ha cortado de tajo las políticas públicas con carácter social y que tal vez con errores venían funcionando, han dejado en el desamparo a mujeres y niños, a discapacitados y enfermos con problemas crónico degenerativos (especialmente de cáncer en sus diferentes modalidades). La sociedad percibe que sólo se fomenta la mansedumbre electoral por la vía de las dádivas.
Andrés Manuel López Obrador debe tener cuidado, debe empezar a ser mesurado, menos marrullero y provocador, la pasión y el dogmatismo político no son buena mezcla para la pacificación de la guerra de porras.
Este pleito constante, los dimes y diretes en redes sociales parecen ser inofensivos, pero son cada vez más ofensivos, el que el presidente divida y sea camorrista no ayuda a la paz política y menos a la gobernabilidad social (la cual es necesaria ante la creciente impunidad de la criminalidad), es tiempo de que alguien haga su trabajo, es tiempo de reconocer una cosa muy simple… VÁMONOS RESPETANDO