Conozco a Luis Raúl González Pérez en diferentes facetas. Ha sido fiscal, ha sido abogado general de la UNAM, ha sido Ombudsman, ha sido catedrático. Le han tocado los bombazos más impactantes en la nación.
Atendió la investigación del crimen de Luis Donaldo Colosio, vivimos juntos la tragedia de un amigo universitario: José Luis Santiago Vasconcelos quien falleció en el avionazo en Polanco. Hemos repasado con él los momentos más difíciles que nos regala el narcotráfico sembrando dolor y cadáveres al territorio.
El crimen organizado que nos ha arrebató justo eso, los derechos humanos más elementales. Y dice Luis Raúl que se va inconforme por tanta “barbarie” pero hay que decirlo, no es su culpa ni su provocación, por el contrario, desde sus oficinas de siempre se ha atendido con la ley menester que lo trae en el adn por su formación profesional. Es universitario por convicción.
Y ahora que entrega la enorme responsabilidad, nuevamente la polémica por la poca higiene con que se manejó la votación para nombrar, diría imponer, a su sucesora, una activista que para muchos no presenta los méritos necesarios más que cargar con el peso de sus apellidos.
Sin embargo, insisto, junto con Ismael Eslava, primer visitador y otros funcionarios de categoría como Joaquín Narro, Jesús Ramírez y muchos más, enfrentaron los más delicados acontecimientos que han salpicado de mala fama al país en todo el mundo.
México no podrá avanzar si no nos respetamos; seremos otros cuando no tengamos que separar a damas y varones en el transporte público, veremos mejor el futuro en tanto respetemos la dignidad y futuro de las nuevas generaciones.
Cuando en vez de portar armas carguemos libros, en fin, que seamos civilizados, educados, generosos.
Revisamos las estadísticas de percepciones sociales sobre inseguridad y nos dibujan como una nación en decadencia, sin valores y con mucho miedo y paranoia. Y, en serio, así no éramos.
Nos distinguíamos en el planeta por amables, por simpáticos, por nuestra estabilidad, por nuestras libertades, por ser el ejemplo en América Latina. Con una apertura democrática sin tanta violencia, comparado con otras naciones.
Hoy peleamos para que el extranjero no nos vea a distancia creyendo que todos somos narcos. Hay alertas para no visitar ciertas entidades y en Estados Unidos nos comparan con Siria.
Hemos perdido mucho terreno, muchísima imagen y el desgaste ha sido tremendo y de eso, justamente, y en muchas ocasiones hemos debatido con González Pérez.