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Sobre la sociedad civil en México 2019 ¿Por qué su desprecio?

¿Qué es la Sociedad Civil y por qué la odia el presidente?

“Le tengo mucha desconfianza a todo lo que llaman sociedad civil o iniciativas independientes”, decía el entonces candidato Andrés Manuel López Obrador ante Carlos Marín, Azucena Uresti, Carlos Puig, Jesús Silva-Herzog, Héctor Aguilar Camín y Juan Pablo Becerra, en debate televisado por Milenio Diario.

Aquel marzo del 2018, en plena campaña, nuevamente el sempiterno candidato se iba de boca haciendo declaraciones que, no obstante, no le impidieron llegar a la presidencia en su tercer intento.

El miércoles pasado, en su rutinaria conferencia matutina, ya como presidente, López Obrador se lanzó nuevamente contra la sociedad civil:

“Saben cómo se le llamaba antes a lo que ahora es la sociedad civil antes? […] Antes se la llamaba pueblo”.

Sociedad civil 

La sociedad civil es el ámbito de actividad en el que las normas sociales, la solidaridad y la comunicación funcionan como mecanismos de coordinación social, los mismos mecanismos que le permitieron llegar a la presidencia con una apabullante victoria.

Aunque no lo reconozca o no le guste al presidente, en la dinámica social de la sociedad civil se construyen procesos de comunicación y participación ciudadana que dan forma a la llamada opinión pública.

Habermas decía que el espacio público, perteneciente a la sociedad civil, es el lugar de la opinión informal y anónima, puesta en marcha con las actividades asociativas de los ciudadanos. Aunque con las redes sociales estas actividades se han sofisticado, el propósito sigue siendo el mismo: ejercer influencia sobre el poder porque la sociedad civil es el primer contrapeso del poder.

Joel Cohen y Andrew Arato, en su libro Sociedad Civil y Teoría Política (Fondo de Cultura Económica, 2001) sostienen que los movimientos sociales emanados de la sociedad civil son el elemento principal de los procesos que podrían convertir en realidad los potenciales positivos de las sociedades civiles modernas.

Si el presidente quiere mantener la legitimidad que le permitió llegar al poder, debe de entender que ésta no depende solamente de procesos sufragistas, sino también de que el aparato ejecutivo y legislativo traduzca las inquietudes de la opinión pública, esa que emana de la sociedad civil, que le otorgó el poder, y que odia tanto el presidente.

Carlos Campos

Periodista, docente e investigador por la UAQ y por el ITESM

Es autor del libro “Alevosía” (disponible en Amazon)

Escribe en El Diario de Querétaro

Twitter: @doctorsimulacro

Los comentarios realizados por las plumas invitadas en dlpoder.com reflejan perspectivas y análisis personales. DLpoder es un medio de comunicación democrático en donde todas las perspectivas aportan valor y son respetadas sin discrepancia.

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