Detrás de Tabasco (quien tiene la refinería de Dos Bocas ante un ‘mexican moment’ promisorio por la sustitución de petróleo ruso en EU) y Oaxaca (por el Corredor Interoceánico con su aportación geopolítica), Quintana Roo tiene dos proyectos de vital importancia para la Cuarta Transformación. La entidad sureña está a algunos meses de vivir una aceleración importante en su economía, minada por la complejidad de su sistema político y la incesante sensación de inseguridad.
Esas inauguraciones a suceder en 2023, son el Tren Maya, principalmente, y en un segundo plano demasiado estratégico, el Aeropuerto Internacional de Tulum. A pesar de que las dos obras presenten múltiples opositores y motivos para no ser considerados viables, van avanzando conforme al tiempo. La mancha principal, que es el daño ambiental, parece que será resarcido a billetazos del poderío económico y reivindicaciones de ciertos colectivos que no sean beligerantes por completo contra el gobierno estatal y/o federal.
2023 inicia en 2022
Las dos obras tienen un fuerte componente relacional con motivos electorales. El Tren Maya podría ser el legado más palpable de López Obrador frente a la población potencialmente beneficiada y/o afectada, a las dudas que surgen respecto al AIFA y a Dos Bocas. En la construcción de los tramos, a pesar de saltarse la declaratoria de Manifestación de Impacto Ambiental, y futuramente, no esclarecer los Impactos Ambientales Resultantes, no se ha visto el mismo rechazo por parte de los obreros que a los elefantes blancos paradigmáticos de la Cuarta Transformación. Hay una completa motivación por parte de todos ante las enormes ganancias económicas que podrían saltar a plazos inmediatos.
El sur estará más conectado que nunca turísticamente hablando, y eso beneficia principalmente a los turistas nacionales y extranjeros de altos ingresos económicos, quienes la mayoría de ellos, adoran el contacto directo con la naturaleza, en este caso, la selva, a pesar de que muchas hectáreas hayan desaparecido para la realización del legado obradorista. El Aeropuerto en Tulum, dicen los especialistas y vecinos, se ve más imponente que el mismo AIFA y se volvería funcional de inmediato, dada la lejanía mayor entre Cancún y Tulum (130 km), en comparación de la existente entre la alcaldía chilanga Venustiano Carranza al municipio de Zumpango (no mayor a 45 km). Eso haría más rentable a Tulum, además de evitar incidentes como los vividos en los últimos días, y la probabilidad de que el jet set pueda llegar sin problemas a su nuevo destino por excelencia.
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Los principales impulsores de ambos proyectos son tres entes que ejercen de lleno en la noción de que, como a partir de 2005 en el caso del Distrito Federal, la zona próspera y todavía algo virgen de Quintana Roo se vuelva en un hub de características prominentes. Cancún sigue siendo de los De la Madrid, y ha llegado a un cierto agotamiento. Qué decir de las playas ubicadas en la zona limítrofe con el Caribe. Tulum tiene esa sensación que ahora gusta, y que se pretende destruir, su encanto natural preservado hasta cierto punto. Se trata de Andrés López Beltrán ‘Andy’ (hijo protegido del presidente), Daniel Chávez, de Grupo Vidanta (y socio de José Ramón López Beltrán, el hijo incómodo de AMLO), y Jorge Emilio González Martínez ‘El Niño Verde’, apuntalados por empresarios locales y nacionales encabezados, ni más ni menos, que por Roberto Palazuelos Badeaux, candidato destituido para la gubernatura de este año por Movimiento Ciudadano. ¿Ya van captando?
Todo queda entre familia
La familia López Beltrán, principalmente Andy y José Ramón, buscaron desde un inicio blindar los proyectos personales en Quintana Roo. Tenían claro que iba a ser alguien amigable para su padre y para la administración pública federal, aunque proviniera de la oposición. MORENA no es una marca tan establecida como lo es el PAN, el PRI o el mismo Partido Verde Ecologista, de la cual, el famoso ‘Niño Verde’ es su segunda figura histórica. A pesar de las influencias que González Martínez mueve en el lado este de la Península de Yucatán, nunca se le había dado la posibilidad de posicionar siquiera a un candidato o candidata para la gubernatura. Eso cambió con Mara Lezama Espinosa, ex alcaldesa de Benito Juárez-Cancún. Presenta buenos vínculos con ella, la figura más visible de la 4T para competir en aquellos lares.
Sin embargo, Lezama no era la primera opción para Andy. Fue Roberto Palazuelos, el autodenominado de ‘ultraderecha’, mirrey (o, mejor dicho, virrey) icónico de las playas exclusivas y dueño de varias polémicas que no fueron producto de la guerra sucia, como él falazmente argumenta. Palazuelos buscó a Dante Delgado tras varias negativas de otros partidos, todos se resistían a colocarlo de candidato y futuro gobernador, porque si Samuel y Blanco son mandatarios estatales, ¿por qué el buen ‘Robert’ no? Movimiento Ciudadano era su último pendiente, y lo consiguió, tras la negativa de Carlos Joaquín González para que fuera por el PAN o la alianza tripartita. El pasado le regresó, y se le sustituyó por el senador José Luis Pech, representando el primer acuerdo de Ricardo Monreal y Dante rumbo a 2024.
El resto de la historia, se cuenta por sí sola. El ‘Niño Verde’ asciende con Mara. Andy, a esperar…sus ganancias en sus negocios ocultos. La oposición, dividida y desdibujada.
FE DE ERRATAS. No era Benjamín Robles el candidato de la 4T en Oaxaca, sino Salomón Jara. Disculpas.
Eder Jorge Guillén Muñoz 🖋️
@EUt911
Ciencia Política UNAM
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