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Psicología Positiva en tiempos post pandemia

Desde finales de la Segunda Guerra Mundial, la Psicología ha destinado la mayor parte del trabajo e investigación en tratar de indagar sobre los “problemas” de las personas, cómo atenderlos y resolverlos, tal vez descuidando o dejando un tanto de lado el estudio profundo de las situaciones y eventos que “van bien “ en las personas y que les facilitan llevar una buena calidad de vida, en términos psicológicos.

Algunos de los autores pioneros en abordar el tema del bienestar dentro de la rama de la psicología humanista sobresalen Carl Rogers (1951), con su concepto de funcionamiento óptimo de la personalidad; Abraham Maslow (1954), con el término de auto-actualización, o Erik Erikson (1963), conocido por su teoría del desarrollo psicosocial.

No obstante, aunque el estudio de los aspectos positivos como el apego o el optimismo ya existiesen con anterioridad, es hasta que surge el término de  Psicología Positiva cuando “los recursos potenciadores” de las personas empiezan a considerarse aspectos para investigación.

El enfoque de la Psicología Positiva se orienta al análisis de las experiencias óptimas en las vidas de las personas, facilitando que al ser consciente de ellas, la motivación por continuar dando lo mejor se sí mismas permanezca como estilo de vida más saludable, productivo y significativo. De este modo, el principal fundamento en la psicología positiva radica en que “la vida implica algo más que evitar o resolver problemas”, dejando de percibir al ser humano como “imperfecto, frágil, víctima de entornos difíciles o de una mala genética.

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En el año 2015, Park y Peterson en un artículo publicado en la Revista de Consejería Escolar de la Universidad de Oxford titulado “Psicología positiva y fortalezas de carácter: su aplicación para la consejería escolar basada en fortalezas”, establecieron un esquema integral para poder describir y comprender lo que se entiende como una “buena calidad de vida” desde el punto de vista psicológico, indicando que por practicidad puede dividirse en cuatro áreas relacionadas entre sí:

1.- Experiencias subjetivas (felicidad, plenitud)

2.-Razgos individuales positivos (fortaleza del carácter, talentos, interés, valores)

3.- Relaciones interpersonales positivas (amistad, de pareja, compañerismo)

4.-Instituciones positivas (familia, escuelas, comunidades, centros de trabajo)

De este modo, se estaría construyendo un continuo en donde las instituciones positivas “posibilitan” que se desarrollen relaciones positivas, lo que a su vez favorece el surgimiento de rasgos individuales positivos y de manera simultánea facilita las experiencias subjetivas positivas. Los autores señalan que construir una calidad de vida emocional se apoya grandemente en el trabajo de estos cuatro dominios.

Como puede observarse, a través de la Psicología positiva los principales ejes de trabajo se orientan hacia las fortalezas del carácter, la resiliencia, el compromiso así como la construcción y consolidación de las relaciones humanas auténticas y saludables, entendiéndose que al identificar lo que cada persona puede realizar exitosamente, le allanará el camino para enfrentar y resolver las problemáticas que puedan surgir, empleando sus fortalezas, cualidades y competencias personales para buscar un equilibrio de la condición humana, construyendo una buena calidad de vida en el hoy y ahora.

Ahora bien, el “bienestar psicológico” ha sido reconocido como un  importante tema de salud a nivel mundial, tal es así que la resolución de las Naciones Unidas sobre la Agenda de Desarrollo Sostenible señala, bajo el objetivo general de salud, asegurar una vida saludable y promover el bienestar de la población en todas las edades; y de forma más concreta, determina que a través del ODS-3 (Salud y Bienestar) se promueva la salud mental y el bienestar (Asamblea General de las Naciones Unidas, 2015). La OMS en su Plan De Acción de Salud Mundial 2013-2020, ya había realizado la invitación a los gobiernos de todos los países a “implementar acciones para proteger y promover el bienestar mental en todas las etapas de la vida”.

Desde esta perspectiva, los profesionales de la psicología positiva concentran cada vez más su atención en el ámbito aplicado, incluyendo en el contexto terapéutico con intervenciones dirigidas a mejorar la calidad de vida de las personas, ya que se ha demostrado que el trabajo de la psicología positiva es útil en la promoción, prevención e intervención dado que se aproxima al individuo teniendo en cuenta sus cualidades así como sus dificultades, permitiendo utilizar las cualidades personales, sociales y culturales identificadas como una productiva manera de superar las dificultades.

El método PERMA, creado por Martin Seligman (psicólogo y educador de la Universidad de Pennsylvania), a quien se le conoce como el padre de la psicología positiva, resume los cinco factores importantes que la conforman:

P= positive emotions (emociones positivas)

E= engagement (compromiso)

R= relationships (relaciones positivas)

M= meaning and purpose (propósito y significado)

A= accomplishment (éxito y sentido de logro)

Seligman sustenta a la psicología positiva argumentando que la salud emocional es mucho más que la ausencia de enfermedad, y como ya se mencionó anteriormente, se enfoca en las cualidades positivas y como cada persona puede desarrollarlas para construir una vida más satisfactoria, fluida y que le ayude a superar o prevenir de manera autónoma y efectiva patologías de la salud mental de manera, siendo más resiliente., debido a que cuando las personas experimentan sentimientos positivos se modifican sus formas de pensamiento y acción y se incrementan sus patrones de actuación y afrontamiento mediante la optimización de los propios recursos personales en el nivel físico, psicológico y social

Contrariamente a lo que ocurre con las personas pesimistas, quienes tienen más posibilidades de deprimirse cuando se presentan contratiempos, rinden menos en los estudios, en los deportes y en la mayoría de los trabajos, tienen peor estado de salud y mantienen relaciones interpersonales más inestables (Seligman, 2005).

Uno de los efectos colaterales que la pandemia por Covid-19 ha generado s el nivel de agotamiento emocional de las personas, mismo que ha impactado de manera importante en la salud mental de la población mundial. Si se considera que la gran mayoría de los problemas emocionales y los trastornos mentales tienen su inicio cuando las personas están expuestas durante tiempos prolongados a niveles altos de estrés, el agotamiento  emocional se hace presente propiciando que el bienestar psicológico disminuya.

A partir el año 2020, organismos como la OMS y la OPS (Organización Panamericana de la Salud), han hecho énfasis en atender la salud emocional como pilar fundamental del bienestar de la población mundial, resaltando que este tiene un “creciente valor estratégico” en la generación e impulso de políticas públicas, para evitar mayores costos y problemas en la salud emocional a futuro, considerando que las salud física y emocional es un derecho humano.

Pero ¿cómo pueden las personas recuperar el bienestar personal y colectivo al estar enfrentando una crisis tan larga?

La respuesta es a través de ser resilientes, no se trata de decir que todo estará bien, sino de encontrar o construir acciones significativas y activas para enfrentar y resolver la realidad. Enfocarse  en la importancia del cuidado hacia los demás como una forma de cuidarse a sí mismo, no solamente perseguir objetivos individuales. Aceptar las pérdidas y generar nuevas oportunidades a partir de las fortalezas individuales y como sociedad. Las probabilidades de construir una comunidad resiliente que aprenda y se adapte a las nuevas necesidades y realidades solamente se observa viable si quienes lideran y dirigen al país desde los diferentes ámbitos, generan políticas públicas que protejan la salud y el bienestar social, y esto constituye para cualquier país un enorme desafío de la agenda post pandemia, basándose en el conocimiento científico para lograrlo.

Se queda este pensamiento de Martin Seligman  para reflexionar:

“La psicología no es una mera rama del sistema de salud pública, ni una simple extensión de la medicina, nuestra misión es mucho más amplia. Hemos olvidado nuestro objetivo primigenio, que es el hacer mejor la vida de todas las personas”


Laura Águila Franco

@laura_aguila

Lic. en Psicología por la UNAM. Me he desempeñado como Psicóloga Escolar por espacio de 20 años, y como Directora Académica en los niveles de Preescolar y Primaria en colegios privados los últimos 15 años.

Formadora de Directivos y Docentes en la Reforma Integral de la Educación Básica (UNAM-SEP, 2009-2010), Participante en el Sexto Congreso Nacional de Primaria 2014 “Desafíos en el Aula”, en la Unidad de Congresos del CMN Siglo XXI.


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