Pasan los días, llega el primer año de gobierno de AMLO, de la 4T, cuarta transformación o como le quieran llamar, la calificación a lo realizado o no realizado es de acuerdo al sentimiento político, social y económico del que califica y opina al respecto.
Unos claman paciencia y piden más tiempo, otros exigen resultados, muchos ya demuestran preocupación, los habrá quienes digan que vamos «requetebien», otros que todo es mentira y que todo está del ¡CARAJO!.
Sea cual sea el sentimiento y la calificación la realidad es evidente, no hay rumbo, no hay resultados y sobre todo no hay cambios.
La corrupción sigue tan campante y vigente, aunque se niegue en las mañaneras, la economía está en picada, la crisis del sector salud se agudiza, PEMEX no levanta y sus proyectos tienden al fracaso, las fuerzas armadas ya han demostrado desacuerdos. Se dice que hay ahorros y sub ejercicio, nadie sabe dónde está ese dinero más allá de las cifras y los anuncios mañaneros.
Se sigue señalando, estigmatizando, burlándose y sobre todo engañando con la cantaleta del pasado.
Se han dado plazos, fechas y se vuelven a fijar tiempos; se habla de grandes inversiones y ninguna se cristaliza o aterriza, se deja todo a la corta memoria del gobierno virtual vía redes sociales, se sigue en la revancha y la búsqueda de la venganza.
Se eligió a un candidato permanente, no a un presidente, se es ocurrente, se juega al distractor y al actor de comedia política, se habla de una utopía como si fuera lo real y el todo.
El estado de ánimo se basa en las tablas de popularidad y en las loas compradas con tarjetas del «bienestar», las mentiras atropellan a las medias verdades, la cuatroté pasó de ser un proyecto a una simple frase descriptiva del fracaso de la misma, frase que pasa a ser despectiva y no indicativa de lo que dicen ser y hacer.
Pasó un año de esperanza, de cambio, a una realidad de revancha y abandono y finiquito de políticas públicas perfectibles, que fueron canceladas con una presunción de corrupción sin comprobación, un año en el que los equilibrios pasaron a ser el total desequilibrio que pone en riesgo la gobernabilidad política y social vía la polarización permanente de la sociedad.
#AMLO El hombre de «al carajo», manda o se va?… Las Cosas de la Política#FrenteNacionalMX @JJDiazMachuca #video #4T #LoMasComentado pic.twitter.com/tRx8WPZy7U
— miguel hernandez (@miguelanh) November 24, 2019
A la delincuencia se le manda el mensaje de amnistía, de impunidad y de inmovilidad, la cuatroté se autoderrota, se rinde y abdica, ante los hechos prefiere justificar el error de Culiacán y desestimar sin empatía lo ocurrido con los LeBarón en los límites de Sonora y Chihuahua.
Incluso merece más palabras un narcotraficante, que la masacre de niños y mujeres, se habla de paz y de abrazos no balazos, cuando el crimen se empodera en todo contexto y sólo se tiene la referencia de que en el pasado se pateó el «avispero» y se armó una guerra, la cual por cierto está muy lejos de terminar a pesar de claudicación gubernamental.
Se saca un pañuelo blanco y se dice que la corrupción se acabó y salta la pregunta, ¿es una señal para pedir paz?, ¿de rendición? ¿o claudicación?
Interprétela como quiera, cada quien tendrá su personal opinión, sentimiento o resentimiento. Lo que sí queda claro, es que a pesar de las afrentas, los insultos, las burlas, las frases irónicas, la sociedad ya empieza a estar de acuerdo que esto del proyecto de nación, de la cuarta transformación nos lleva a pensar, sentir, asegurar y exclamar que… ¡ESTA DEL CARAJO!
PD, Más allá de si eres fifí, neoliberal, conservador, periodista,
Miguel Ángel Hernández Albarrán