No sé si sea mi percepción o veo todo lo que está pasando con distintos ojos, pero algo me dice que el presidente López Obrador está empezando a preocuparse, o a comportarse de una manera bastante distinta a lo que veíamos en campaña o cuando empezó su presidencia.
Las presiones se hacen cada vez más grandes y se agudizan los problemas nacionales de una manera bastante preocupante para el Jefe del Ejecutivo federal. Nadie dijo que sería fácil ser presidente de la República, ¿verdad? Aún y cuando en alguna ocasión Andrés Manuel le haya contestado al periodista de la “bowtie” (el del bigotito) en la mañanera que “era fácil gobernar”, en realidad esto no es así y se está viendo cada día que va pasando.
le gusta que los medios le aplaudan y lo apoyen en su cuarta transformación, no que lo critiquen»
Su forma de contestar a los periodistas que lo cuestionan o critican es cada vez más agresiva o con un tono sarcástico o nervioso-pasivo. A él le gusta que los medios le aplaudan y lo apoyen en su cuarta transformación, no que lo critiquen o cuestionen sus decisiones.
Proceso, Reforma, un poco El Financiero y también El Universal…
De alguna u otra manera, la libertad de expresión existirá y se dejará fluir a lo largo del sexenio obradorista, pero el presidente utilizará su espacio mañanero para blasfemar y contradecir a todo periodista que no esté de acuerdo con su proyecto de nación.
En sus giras presidenciales se ve poco a poco cómo los opositores acuden con pancartas y gritos a hacerle saber al presidente López Obrador que no está haciendo bien las cosas. Se agrupan a las fueras de los hoteles en donde pasa la noche y gritan consignas en contra de él. Un claro ejemplo es lo sucedido en San Luis Potosí.
Las respuestas del jefe de la silla presidencial demuestran que está abrumado y que le molesta que la gente no esté de acuerdo con él»
Podrán ser detractores o agitadores, pero tienen derecho a expresarse. Se supone que él respeta la libertad de expresión y el derecho a manifestarse. ¿De qué se enoja? Si él hizo lo que quiso en Reforma y en la plancha del Zócalo hace ya algunos años.
La realidad en México
Los problemas económicos son un reflejo de los pronósticos que ha dado el FMI, algunos bancos nacionales e internacionales, o hasta instituciones financieras. En el mejor de los casos se podrá crecer al 1% o menos, pero el presidente cree que para 2019 se crecerá al 2%.
La inseguridad no ha bajado, por el contrario sigue aumentando. Simplemente veamos el primer semestre en violencia: 17 mil 500 muertos. En mayo fueron asesinadas 2 mil 979 personas (contando los feminicidios: 79). Mueren diariamente 93 mexicanos por homicidios o cuestiones violentas.
Con esto no quiero decir que le echo toda la culpa al presidente, pues los anteriores gobiernos tuvieron mucha responsabilidad en que creciera este asunto, pero en definitiva ya son los muertos de Andrés Manuel y no los de Felipe o Enrique. ¿Algo no está funcionando en la Estrategia Nacional de Seguridad?
La Guardia Nacional ya arrancó sus operaciones y tiene un despliegue inicial de 70 mil elementos desde el 1 de julio. Esperemos que ese cuerpo de seguridad nacional pueda bajar los índices de inseguridad y pueda darle un ánimo de triunfo a esta administración.
La relación EUA-México es para preocuparse, pero bien o mal, se está haciendo lo que está dictando el presidente Donald Trump, y al parecer, eso mantiene a los dos países sin tener que preocuparse por la cuestión de los aranceles en estos momentos.
Los problemas de corrupción y los conflictos de interés le están pegando a la administración en turno, están saliendo a la luz investigaciones sobre algunos funcionarios que se han estado aprovechando de la “buena fe” del presidente. Un claro ejemplo es Carlos Lomelí.
Las renuncias en la 4T
Pero una de las cosas que ponen más tenso a López Obrador es el tener más de 7 renuncias a menos de un año de gobierno. El caso más reciente es el de Carlos Urzúa. El Jefe del Ejecutivo federal sabe que las cosas no van nada bien, pero debe mostrar, o hacer creer a los seguidores de la 4T, que todo va “requetebién”, aún y cuando eso no suceda.
¿Por cuánto tiempo el presidente seguirá con su terquedad y soberbia?
Algún día esa bomba tendrá que explotar…
Espero que en un futuro no muy lejano, Andrés Manuel López Obrador entienda que debe cambiar su retórica y su forma de gobernar. No le queda nada el papel de mostrarse como Luis Echeverría o José López Portillo.
Ricardo Ortiz Esquivel





