Saltar al contenido
Laura Aguila educadora

La necesaria educación en competencias para la sostenibilidad

Enrique Leff Zimmerman, economista, sociólogo ambiental, escritor  y catedrático mexicano, menciona que “la crisis ambiental es la crisis de nuestro tiempo, no es una catástrofe ecológica resultante de la evolución de la naturaleza, sino producida por el pensamiento con el que hemos construido y destruido nuestro mundo”, por lo que un fundamento base de la educación en estos tiempos debería considerar el sustentar el hecho de preparar a los estudiantes para que aprendan y desarrollen habilidades útiles o habilidades blandas (soft skills), además del trabajo académico que incluye un programa de estudios, con la finalidad de formarlos como individuos conscientes de la situación ambiental a nivel mundial.

Desde el año 1996 Jacques Delors en su famoso informe a la UNESCO de la Comisión Internacional sobre la educación para el siglo XXI, “Los cuatro pilares de la educación” en La educación encierra un tesoro, conocido internacionalmente como “El Informe Delors”, instauró la perspectiva de establecer una educación basada en competencias, señalando los cuatro pilares en la educación: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a convivir y aprender a ser, con lo cual demostraba que la educación tradicional ya era insuficiente para las necesidades de desarrollo de los educandos, y se requería ampliar los objetivos dirigidos únicamente al ámbito cognitivo (el qué), incluyendo también el ámbito procedimental(el cómo), el ámbito actitudinal (el por qué o para qué), y el ámbito relacional (el con quién o quiénes), para reforzar la fundamental función que tiene la educación, como engranaje principal para que la humanidad pueda avanzar rumbo a los ideales de paz, libertad y justicia social.

De este modo, se concibe al aprendizaje como la vía para preparar a los estudiantes de todas las edades para encontrar soluciones a los desafíos de hoy y de mañana, visualizando que la educación debe ser transformadora y fomentar la toma de decisiones que permitan actuar de forma individual y colectiva, con el objetivo de renovar las sociedades y cuidar el planeta, sin embargo, mientras continuemos trabajando con sistemas educativos tradicionales y formales que solamente dan prioridad a la obtención de conocimientos, en menoscabo de otras formas de aprendizaje, difícilmente se llegará a entender a la educación como un todo, y se buscará  reorientar las reformas educativas que se reflejen  en la estructuración de nuevos programas educativos y en la renovación de las políticas educativas.

El concepto desarrollo sostenible y la palabra sustentabilidad se emplearon por vez primera en el año de 1987, contenidas en el documento titulado “Nuestro Futuro en Común”, conocido como Informe Brundland, y que fue presentado en la Asamblea General de las Naciones Unidas, con la finalidad de garantizar que las necesidades del presente sean satisfechas sin comprometer las capacidades de las generaciones futuras para también satisfacer las propias.

Es por ello que la trascendencia de la educación para el desarrollo sostenible radica en lograr que tanto las personas como las comunidades entiendan la importancia del ambiente natural y el originado por los seres humanos, resultado este último de la interacción de los factores biológicos, físico-químicos, sociales, económicos y culturales, y formar ciudadanos comprometidos con su entorno, el medio ambiente y el planeta, y para ello se requiere de desarrollar en los estudiantes, las 5 competencias clave para la sustentabilidad y son: competencia de pensamiento sistémico y análisis crítico; competencia de anticipación y decisión colaborativa; competencia normativa y sentido de responsabilidad; competencia estratégica y competencia interpersonal.

Como puede observarse, desde hace alrededor de 34 años, se han realizado esfuerzos por trabajar para lograr un mundo mejor, y un gran impulso para conseguir un mundo sustentable se realizó con el establecimiento de los Objetivos del Milenio en el año 2000, que tenían como plazo cumplirse para el 2015, lamentablemente los esfuerzos realizados no fueron suficientes para lograrlo, surgiendo entonces la necesidad de replantear los objetivos, y desarrollar lineamientos que involucraran los esfuerzos del sector público, del sector privado, y de las personas en general, y es así como se establecen  los diecisiete Objetivos de Desarrollo Sostenible

La UNESCO sostiene que “la educación para el desarrollo sostenible (EDS) proporciona a los estudiantes, conocimientos, actitudes, competencias y valores para llevar a cabo acciones responsables para con el medio ambiente”, lo que hace necesario que se gestionen procesos de aprendizaje para toda la vida, consolidando las dimensiones cognitivas, sociales, emocionales y conductuales que sustentan el aprendizaje. Hay que recordar que la Educación para el Desarrollo Sostenible parte de una pedagogía centrada en el alumno, que promueve que puedan aprender  también  de su experiencia, integra en el currículum temas de sostenibilidad, empodera a los alumnos para asumir responsabilidades ante los contenidos sobre el medio ambiente que se les enseñan y los posibilita a generar cambios hacia la construcción de un mundo más sostenible.

Si consideramos que es en las escuelas donde puede fomentarse el pensamiento crítico en los alumnos, hay que promover también un pensamiento propositivo que les permita ser creativos e innovar para transformar su entorno.

Como directivos y docentes, necesitamos entender la responsabilidad que nos compete y cuestionar ¿qué hacemos en el desarrollo de nuestras clases para reflexionar sobre los retos sociales, económicos, ambientales, políticos y culturales actuales?, ¿cómo estamos visualizando preparar a los alumnos para vivir en un mundo que exige nuevas formas de interacción entre todos los agentes de la sociedad?, y si estamos enfocando en nuestra diaria labor pedagógica los cinco ejes fundamentales para mejorar a la humanidad y el planeta (personas, planeta, prosperidad, paz, alianzas), ya que es a través de estas cinco categorías, que se busca y propone resolver las diferentes crisis que como humanidad ya comenzamos a encarar : el cambio climático, la desigualdad, las migraciones masivas que obligan a las personas a dejar su hogar, la penetración de las tecnologías de la información y la necesidad de formar alianzas entre diferentes sectores para solucionar los retos, la calidad de ciudadanos que estamos formando en las aulas precisa de una visión amplia que le permita realizar aportes a su comunidad y a la sociedad, dejando atrás la visión individualista de antaño.

Es urgente y necesario implementar estrategias educativas que permitan conocer, reflexionar y actuar hacia el logro de los Objetivos de Desarrollo Sustentable,  identificando situaciones contextuales que atiendan las problemáticas de la sociedad actual y las del mundo. Promover y fomentar  alianzas con entidades públicas y privadas socialmente responsables para brindar experiencias de aprendizaje a los estudiantes que agreguen valor a la comunidad, así como también realizar proyectos de intervención que sean significativos para los jóvenes y para la sociedad misma.

Se requiere que los responsables de las políticas educativas, docentes, directivos y toda persona que esté involucrada con el quehacer educativo, conozca que la filosofía de los ODS involucra diferentes áreas del conocimiento y promueve interacciones entre éstas, que ha quedado atrás la manera fragmentada de observar y entender la realidad. Y como ejemplos que a todos nos atañen pueden mencionarse el que para reducir las emisiones de carbono, no sólo se debe de innovar de manera tecnológica, sino que implica incluso un nuevo paradigma de organización social. Reducir, reciclar y reutilizar, llama a nuevos modelos de negocios que impactan tanto en la economía como en la cultura, por lo tanto la formación ética de los estudiantes debe encaminarse a promover la solidaridad con la sociedad. Las nuevas generaciones de estudiantes necesitan formarse dentro de una flexibilidad para cambiar la cultura y la mentalidad, misma que les permitirá tener cambios de actitudes y facilitar así una mejor comunicación. 

La tecnología e innovación deben brindar respuestas viables y concretas a las nuevas necesidades de la sociedad actual, y con ello el sector educativo se enfrenta un extraordinario reto, diseñar un trabajo metodológico que posibilite la reflexión de la práctica pedagógica, cuestionar y evaluar los contenidos a trabajar, así como las estrategias para crear ambientes de aprendizaje que desarrollen el pensamiento crítico, constructivo de los estudiantes, con vías de mejorar la realidad.

Para concluir, necesitamos comprender que la sostenibilidad es un paradigma para pensar en el presente y en un futuro en el cual  los aspectos ambientales, sociales y económicos busquen equilibrarse para lograr un desarrollo que permita una mejor calidad de vida, teniendo en cuenta que estos tres aspectos se encuentran entrelazados, y que ya no puede retrasarse más tiempo este cambio.

 “Ser sustentable no es sólo lavar las culpas ni sólo cuidar el medio ambiente, sino ser socialmente justo, responsable con el ambiente y, por lo tanto, también económicamente viable” Cecilia Goya de Riviello


Laura Águila Franco

@laura_aguila

Lic. en Psicología por la UNAM. Me he desempeñado como Psicóloga Escolar por espacio de 20 años, y como Directora Académica en los niveles de Preescolar y Primaria en colegios privados los últimos 15 años.

Formadora de Directivos y Docentes en la Reforma Integral de la Educación Básica (UNAM-SEP, 2009-2010), Participante en el Sexto Congreso Nacional de Primaria 2014 “Desafíos en el Aula”, en la Unidad de Congresos del CMN Siglo XXI.

Al navegar en este sitio aceptas las cookies que utilizamos para mejorar tu experiencia   
Privacidad