Recuerdo la primera vez que la vi, hace como 5 años, parecía tan apenada, daba un aspecto de incomodidad y un poco inseguridad. Cuando uno esta haciendo el supermercado a veces nota estos detalles en las personas al rededor.
Ella venía vestida con pantalón de mezclilla, blusa blanca, chamarra verde militar y unos flash negros. Nada de última moda solo ropa casual, no media más de 1.70 y unos 60 kilos, cabello castaño claro solo recogido.
Estaba justo enfrente de las carnes frías. Me llamó mucho la atención su bolsa de yute y más porque lo que traía adentro… Veía y veía los precios, incluso se esforzaba por ver las letras pequeñas de los empaques, sólo murmuraba:
«¡Nitritos, nitritos! !Mmmmmh! ¡No nada!,» suspiró. Yo por dentro pensé, qué rara, quién lee los nitri… algo, en fin.
En eso se acerca el despachador y le pregunta: «¿Que va llevar? ¿jamón de pavo o pierna? Algo de salchichas o mortadela, salami, tenemos de oferta…» Ella interrumpe: «Sólo un cuarto de jamón de pavo, me lo puede poner en este Tupper?»
Y justo en ese momento todo se paralizó. Fue como si alguien hubiese dicho una barbaridad y todos callados. El color de su rostro se tornó rojo, pero ella sin vacilar repitió: «Si me lo pone en ese Tupper, sin bolsa y sin polipapel.»
¿Que qué qué? ¿Estaba loca? Quién en su sano juicio va al súper y lleva sus tuppers y pide que ahí le guarden sus cosas. Inmediatamente vino a mi mente cuál era su plan, un plan demasiado aburrido y fuera de lugar.
Así que sin hacerme notar la seguí por todo el supermercado y en efecto esa era la idea. Compra toda la despensa y sin empaque. La carne, el cereal, el jabón, es más para las frutas y verduras traía sus propias bolsas, shampoo y enjuague sólo repuestos. Se me hacía demasiado exagerado su comportamiento.
Y justo al llegar a la caja, pensé ¡va caer! Va a pedir todo en bolsas y su teatrito de Lady ecologista se vendría abajo, jajajajaja, pensé «La loca de los Tuppers.»
Se acercó al empacador y le pidió una caja de cartón y ahí le acomodó todo, ¡ya la conocía! Todo lo acomodo con mucho detalle y esmero, pagó en efectivo, se despidió amablemente de la cajera.
Yo apuré el paso para pagar mis cosas y alcanzarla en el estacionamiento, estaba desconcertada por preguntarle ¿si creía que con eso cambiaría el mundo?
La perdí no la veía por ninguna parte, en eso escuché un voz atrás de mi, era ella y me susurró.
«Ni con esto bastará.»
Michell Ganelón
Activista ambiental. Administradora de empresas.
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