El pensamiento crítico no es un concepto nuevo, en realidad su origen se encuentra en la antigua Grecia, con Sócrates y la mayéutica (método en donde el maestro hace que el alumno, por medio de preguntas, descubra conocimientos); Platón y la dialéctica (diálogo y discusión razonada en busca de una comprensión cada vez más universal de la realidad); Aristóteles y la retórica (mediante el razonamiento se debe demostrar aquello que la gente cree posible). Francis Bacon en 1605 expresó “el pensamiento crítico es tener el deseo de buscar, la paciencia para dudar, la afición de meditar, la lentitud para afirmar, la disposición para considerar, el cuidado para poner en orden y el odio por todo tipo de impostura”, que traducido al lenguaje actual se entiende al pensamiento crítico como la capacidad de analizar y evaluar la consistencia de los razonamientos, y fue el filósofo Max Black quien utilizó por primera vez el término «Critical Thinking» al titular así un libro de lógica en 1946.
La enseñanza del pensamiento crítico es indispensable para cualquier programa educativo actual, competencia necesaria para un mundo cada vez más mediatizado y complejo, y aunque es una actividad cognitiva estrechamente ligada a la razón, la intención del pensamiento crítico se orienta hacia la acción en cualquier aspecto de la vida cotidiana, como la resolución de problemas y la toma de decisiones. Al ser el pensamiento crítico un proceso mental que permite razonar y evaluar evidencia disponible, respecto de un problema que se quiere resolver, se considera que este proceso puede ser facilitado desde la acción docente, potenciando así las capacidades de aprendizaje de las y los estudiantes desde la etapa de educación básica, puesto que en la edad adulta el desarrollo del pensamiento crítico puede ser más lento y tardado el proceso.
Desde los primeros años escolares, se puede fomentar el desarrollo del pensamiento crítico orientando a las y los estudiantes en el análisis de información de forma gradual, incentivar la práctica de la curiosidad y el escepticismo, realizar preguntas y buscar información en diversas fuentes, cuestionar lo que se dice con el fin de obtener más información y formarse una idea más clara y precisa de las cosas.
Desarrollar el pensamiento crítico en las personas, conlleva a que tengan la habilidad de reconocer, analizar y construir argumentos sólidos, tener la capacidad de identificar la relevancia en un argumento, establecer conexiones entre ideas, poder identificar inconsistencias o errores en los razonamientos, comprender y resolver los problemas de manera sistemática y consistente, así como reflexionar sobre sus propias ideas y creencias. Es por ello que para los doctores Richard Paul y Linda Elder, ambos investigadores de The Critical Thinking Organization es importante señalar lo que han llamado “siete estándares intelectuales universales” para evaluar el razonamiento crítico, resaltando que no son independientes, pues cada uno de ellos se encuentra vinculado al anterior:
1.- Claridad.- Si un razonamiento no es claro, quien lo recibe tampoco puede valorar si la idea es cierta o relevante, y le limita a expresar contraargumentos.
2.- Veracidad.-La proposición puede ser clara pero no exacta. Las vaguedades y ambigüedades impiden que un argumento sea sólido.
3.- Precisión.- Los argumentos deben ser específicos y concretos.
4.- Pertinencia.- Un argumento puede ser claro, veraz y preciso pero no pertinente, es decir, que tenga relación directa con el tema que se está abordando.
5.-Profundidad.- El argumento puede ser claro, veraz, preciso y pertinente y adolecer de profundidad.
6.- Amplitud.- La proposición puede ser clara, veraz, precisa, pertinente, profunda y no ser lo suficientemente amplia al no tomar en cuenta otros puntos de vista.
7.- Lógica.- Un argumento puede ser claro, veraz, preciso, pertinente, profundo y amplio y aún así carecer de lógica. Cuando se argumenta sobre algún tema, diferentes pensamientos se ordenan para generar un razonamiento lógico, si esto no se logra y la explicación resulta contradictoria, se dice que carece de lógica.
En palabras del Dr. Richard Paul “El pensamiento crítico es pensar sobre tu pensamiento mientras estás pensando para mejorar tu pensamiento”, de este modo, si el pensamiento se considera como la base de la actividad y procesos cognitivos en el ser humano, y que conlleva el uso y análisis de la información que se recibe del ambiente inmediato, ese uso y análisis van a producirse a través de la abstracción, el razonamiento, la imaginación, resolución de problemas, el juicio y la toma de decisiones, por lo tanto el pensar de forma “crítica” potencia la creatividad y enriquece la forma de utilizar y gestionar el tiempo, puesto que el pensamiento crítico va más allá de pensar con base en las “reglas de la lógica y la probabilidad”, implica la capacidad de emplear estas habilidades a los problemas reales de la vida cotidiana.
Con base en lo anterior, el pensamiento crítico se produce cuando los alumnos analizan, evalúan, interpretan o sintetizan la información y aplican el pensamiento creativo para formar un argumento, resolver un problema o llegar a una conclusión, habilidad de aprendizaje que también se reconoce como metacognición (conocimiento, concientización, control y naturaleza de los procesos de aprendizaje), por lo tanto, el objetivo del pensamiento crítico es promover el pensamiento independiente, la autonomía personal y el juicio razonado en el pensamiento y la acción y ello conlleva dos condiciones fundamentales: la capacidad de razonar correctamente y la disposición para hacerlo. El pensamiento crítico involucra tanto la lógica como la creatividad, el razonamiento inductivo y deductivo, análisis y resolución de problemas, así como enfoques creativos, innovadores y complejos para la compresión y solución de problemas y desafíos, por lo tanto una verdadera educación debe enfocarse en revelar el camino a las y los alumnos sobre qué y cómo aprender, orientarlos para que evalúen lo que han aprendido y sus métodos de aprendizaje, permitiendo de este modo manifiestar su capacidad de pensamiento crítico.
Matthew Lipman ( filósofo, lógico e investigador sobre pedagogía estadounidense) afirmaba que el pensamiento crítico «nos protege contra el hecho de creer de manera forzosa lo que nos dicen los demás, sin que tengamos la oportunidad de investigar por nosotros mismos», por lo que “si los estudiantes van a funcionar con éxito en una sociedad altamente tecnificada, deben estar equipados con las habilidades de aprendizaje necesarias para adquirir y procesar información en un mundo en constante cambio”, lo que hace que el pensamiento crítico sea una necesidad actual, coincidiendo con Elder y Paul en que “el desarrollo de las habilidades de pensamiento en los estudiantes, así como las habilidades motrices, deben ser el objetivo básico en los enfoques contemporáneos en la educación, ya que los estudiantes con muy activos mientras desarrollan y aplican el pensamiento crítico”.
El reto es cómo lograr que los estudiantes de educación básica desarrollen y practiquen las habilidades del pensamiento crítico, y considerar que debe realizarse en una progresión, por lo que se sugiere:
- Promover preguntas para pensar.– Hacer preguntas abiertas que permitan a los estudiantes expresar sus opiniones y comparen diferentes fuentes de información.
- Dar tiempo.- Hay que dar tiempo a los estudiantes para reflexionar y responder, que las y los estudiantes busquen sus propias respuestas.
- Utilizar metodologías activas.- Estrategias como el estudio de casos, el aprendizaje colaborativo, el aprendizaje basado en proyectos o problemas y flipped classroom fomentará el interés, motivación y curiosidad por aprender.
- Favorecer un aprendizaje autónomo.- El rol del docente debe ser de acompañamiento en el proceso de aprendizaje de las niñas, niños y jóvenes. De este modo, los estudiantes construyen su propio conocimiento.
El planteamiento de una pedagogía innovadora incluye la visión de un aprendizaje real en el cual el estudiante es el actor central y responsable de su propio proceso de aprendizaje, es clave para estimular el pensamiento crítico. Su propósito es mover a los estudiantes de la posición de receptores pasivos del conocimiento hacia la posición de participantes motivados por su propio querer aprender.
Desarrollar planes y programas con base en la enseñanza y el aprendizaje competencial, facilitará el desarrollo de habilidades cognitivas que faculten a las y los estudiantes a producir su pensamiento crítico, y que finalmente se convierte en la capacidad para comprender y resolver problemáticas dentro y fuera del aula.