Quedan pocos que no hayan sido víctimas de la delincuencia.
Espero equivocarme, pero seguramente quien está leyendo esto o alguno de sus cercanos, ha sido víctima de la delincuencia en los últimos meses. Cada día es más común escuchar historias de asaltos, robos a casa habitación, secuestros, violaciones y hasta asesinatos.
Lo más lamentable y preocupante es que la frecuencia de estas aterradoras historias no sólo ha aumentado en los medios de comunicación que muchos (a veces con razón) tachan de tendenciosos o amarillistas.
Las historias de robos y violencia se han convertido en el pan de cada día en nuestras conversaciones familiares, con amigos, vecinos y compañeros de trabajo.
Hoy no hay ciudadano que viva sin miedo. Quien viaja en transporte público o automóvil particular, debe hacerlo con sus pertenencias escondidas por miedo a sufrir un asalto, el que camina por la calle (sin importar la hora del día) tiene que mirar a todos lados para evitar que lo secuestren, quien viaja en taxi o transporte por aplicación, lo hace aterrado de no llegar vivo a su destino.
Algunos dirán, en parte acertadamente, que los robos, secuestros y asesinatos han existido siempre y que el riesgo a padecerlos está presente en cualquier lugar del mundo.
Sin duda es prácticamente imposible que cualquier gobierno termine por completo con la inseguridad, el problema es que en México sus niveles han crecido de forma inconmensurable, y en Palacio Nacional no parecen estar preocupados por ello.
El Gobierno es el responsable de garantizar seguridad a los ciudadanos, pero el nuestro parece no estar al tanto de la complejidad y seriedad de este compromiso.
Para el Presidente, el verdadero enemigo no está en los delincuentes que tienen en medio de la zozobra a los ciudadanos que a diario tenemos que salir a trabajar. Él está demasiado ocupado en descalificar a quien lo cuestione y en buscar culpables en un pasado de hace más de seis años.
Qué bueno sería que los malhechores corrigieran su conducta si simplemente los “abrazamos” y les pedimos que se “porten bien”. Para desgracia de todos, estemos o no de acuerdo con la “Cuarta Transformación”, esos deseos son ridículos.
El 1 de diciembre de 2018 Andrés Manuel López Obrador juró “guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes que de ella emanen”. Hasta ahora, no ha cumplido el juramento, pues quienes infringen la ley son más libres que quienes la cumplimos.
Daniela Kuri Breña Morales
Twitter: @danikbm
Activista Política