El terremoto del 19 de septiembre del pasado 2017, cimbró la vida de los mexicanos. Se tenía presente la fecha por el terremoto de 1985, pero ¿qué tan probable era un terremoto el mismo día, 32 años después? Las consecuencias fueron evidentes, edificios caídos, pérdidas humanas y daños psicológicos en los habitantes de la CDMX.
Han pasado casi ocho meses y los temores siguen latentes. Temor a escuchar la alerta sísmica, sentir otro temblor, que las construcciones se vengan abajo, incluso al transporte pesado que mueve las estructuras por lo sensible que quedaron, temor a vivir una experiencia similar. Algunos de los edificios dañados ya han sido derribados y otros siguen en espera de un dictamen. Los vecinos de la delegación Benito Juárez siguen viviendo las consecuencias y pagando un costo oculto: el costo que tienen las consecuencias ignoradas.
Con el movimiento de la tierra, el Sistema de Aguas de la Ciudad de México informó que varias tuberías se rompieron y afectaron el abastecimiento de agua en la delegación. Esto implica un gasto, los vecinos se ven forzados a pagar por pipas de agua. Un edificio con 13 departamentos solicita al menos 2 pipas a la semana, $2400 semanales. Al mes son 9,600 pesos que representan una fuga de dinero forzada. Se puede pedir el apoyo a la delegación con pipas, pero no alcanza para abastecer a todos. Teniendo que recurrir a servicios privados.
También la movilidad es una de las afectaciones, varias calles siguen cerradas por el riesgo que representan los edificios dañados, ocasionando más tráfico de lo habitual. Reflejado en la gasolina gastada. La estación del metrobús Etiopía/Plaza de la transparencia de la línea tres se encuentra cerrada. Perjudicando a las personas que transbordaban de la línea dos a dicha línea, o las personas que usaban dicha estación para llegar al metro de la línea tres o viceversa.
Al recorrer las calles encontramos muros de madera que no permiten el paso por el peligro que representan. Edificios apuntalados con barras de madera para mantenerse en pie, otros deshabitados con lonas pidiendo el apoyo para la pronta reconstrucción de sus viviendas.
Hay consecuencias ignoradas: pipas de agua, personas que tuvieron que irse de sus casas, edificios dañados que representan inversiones perdidas, calles cerradas, tráfico, el costo de las reparaciones más pequeñas y varios negocios que se vieron forzados a cerrar. Todo esto implicará gastos para los gobiernos locales y sobre todo para los ciudadanos que siguen estando afectados.
Otra consecuencia, no menor, es la exposición constante a transitar por calles inseguras. Incluso se corre el riesgo de ser atropellado al tener que caminar en el paso vehicular por ser imposible hacerlo por las banquetas. Esta situación, muy evidente en la Benito Juárez, se repite al menos en otras delegaciones afectadas como la zona noroeste de Tlalpan, Coyoacán y la Cauhtémoc. Este periodo electoral nos invita a reflexionar que el voto debe ser un ejercicio de conciencia, para ver qué opciones políticas ofrecen respuestas realistas a estos grandes problemas en la CDMX.
Kiara Flores
@KiaraIsabel98
dlpoder team