1- Caudillismo cultural y su herencia en México
A veces como bandera política, en otras como vana pretensión, la literatura es quizás el tema del espectro cultural al que más recurren la clase política de este país, quizás obedeciendo a un impulso heredado del caudillismo cultural de principios de siglo XX.
Por aquellos años abundaba un fervor poético literario del cual Álvaro Obregón, el presidente y caudillo militar con inclinaciones poéticas y memoria literaria prodigiosa, no fue indiferente.
Obregón decidió restituir el antiguo Ministerio de Instrucción Pública, que fue suprimido por Carranza en 1918, y esta nueva institución renació con el nombre de Secretaría de Educación Pública, dirigida por Vasconcelos y creada en 1921.
Ya en el puesto, Vasconcelos abrió escuelas rurales, talleres de formación de maestros y regaló ediciones de clásicos de la literatura, como la Divina Comedia, Platón, entre otros.
Pero no toda la clase política, aunque lo pretende, puede ser parte del mismo fervor.
2- Fox y «José Luis Borgues»
Vicente Fox tenía apenas 10 meses como presidente de México cuando, en pleno Congreso de la Lengua Española, en Madrid, España, ante el rey Juan Carlos, cambió el nombre de Jorge Luis Borges, llamándolo “José Luis Borgues”.
Fox le dió un Nobel a Borges, insólito pero sucedió:
En octubre del 2010, nuevamente Fox agitó el avispero, ahora a razón de sesenta caracteres en la entonces incipiente plataforma Twitter: “Felicidades Mario, la hiciste! Ya son tres Borges, Paz y tú” (sic) escribió el entonces mandatario en su cuenta oficial.
Las dos primeras líneas eran una felicitación para el entonces galardonado Mario Vargas Llosa. Con “Paz”, Fox se refería a Octavio Paz, quien recibió el premio en 1990. Pero con “Borges”, si bien escribía en esta ocasión correctamente el apellido, colocaba al autor de El Aleph en la lista de galardonados a pesar de que, de manera insólita, Borges jamás ganó el Nobel.
La entonces presidenta del hoy extinto Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Sari Bermúdez, salió en su defensa asegurando que se había tratado de “un desliz”.
3- Rabina Gran Tagora
Sí, otra vez los Fox. Aquella ocasión, cuando tras una ceremonia emotiva que parecía culminar en abrazos en torno a Marie Thérèse Hermand, por su nombramiento como mujer del año 2005, Marta Sahagún de Fox quiso cerrar la ceremonia con una cita literaria que no hizo más que confirmar su condición iletrada.
En su breve pero memorable intervención, le cambió el sexo y el nombre al escritor hindú Rabindranath Tagore. Con su característica y extraña pronunciación dijo:
“Voy a terminar con una frase de la escritora Rabinagrand Tagora”
Lo demás es lo de menos, ni siquiera vale la pena escribirlo.
4- La silla de Krauze, según Enrique Peña Nieto
Al asistir como conferencista invitado a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, en 2011, el entonces precandidato del PRI a la presidencia de México, Enrique Peña Nieto, aseguró que el escritor mexicano Enrique Krauze era el autor de La silla del águila, novela escrita en 2003 por el Premio Cervantes de Literatura, Carlos Fuentes.
“Leí algo que seguramente en mi vocación por la política alentaba ese espíritu. Fueron varios libros, algunos, La silla del águila, de Krauze”,
Esto dijo Peña en conferencia de prensa, como respuesta a la pregunta de cuáles libros habían marcado su vida.
5- Mamado Nervo
Beatriz Gutiérrez Müller, esposa del presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, se convirtió en objeto de burlas de los usuarios de redes sociales al sustituir el nombre “Amado” por “Mamado” cuando trató de referirse al poeta nayarita Amado Nervo.
Durante una entrevista televisiva para la Universidad Autónoma de Nayarit, en el marco de feria del libro de ese estado, Gutiérrez Müller hablaba en el conversatorio El Tepic literario de Amado Nervo y sus contemporáneos: “Además de textos del poeta nayarita, ¿de qué otros autores nayaritas podemos encontrar textos?”, preguntó la entrevistadora.
“De aquí, Mamado Nervo tiene un cuento”, respondió la esposa del presidente.
No estamos exentos de las erratas. Aún hay quienes, con denuedo, le atribuyen al Quijote aquella frase cursi de «Deja que los perros ladren Sancho amigo, es señal que vamos pasando”, a pesar de que es apócrifa.
O, sin dudarlo, espetan a la menor provocación la famosa “Detesto lo que dices, pero defendería con mi vida tu derecho a expresarlo”, para posteriormente atribuirla a Voltaire aunque también es falsa.
También repiten, de memoria o en memes, dos farsas atribuidas a Einstein: “Locura es hacer la misma cosa una y otra vez esperando obtener diferentes resultados” o “Hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana, y del universo no estoy seguro”. Einstein jamás dijo estas frases.
Lo grave no son los deslices ni las erratas, nadie que se diga humano escapará de ellas. Lo verdaderamente aberrante es no reconocer nuestro error y atribuírselo a factores externos.
Fox, Sahagún y Peña se rieron de sí mismos y aguantaron estoicamente nuestro trolleo. Gutiérrez Müller, en contraste, ha respondido con furia en redes sociales, atribuyendo su error a una supuesta alteración del audio.
Perdón, escribí deslices en lugar de deslizes. Creo que alguien alteró mi texto.
Amé, fui amado, Beatriz Gutiérrez Muller la cago con mi nombre
¡Vida, nada me debes! !Vida estamos en Paz!— Mamado Nervo
pic.twitter.com/yDUyH9wnS1— La Abuela Garcia ®™ (@rthur013) 5 de febrero de 2019
Carlos Campos
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