¿Qué es lo que ocurre?
Desde hace algunos años la telefonía celular se ha convertido en parte esencial de la vida cotidiana de las personas. A diferencia de sus inicios, hoy en día los teléfonos celulares están presentes en cada rama de la estratificación social. Desde los grandes empresarios hasta los vendedores ambulantes cuentan, por lo general, con un dispositivo de comunicación móvil.
Es por esta razón que las empresas encargadas de producir esta tecnología están trabajando permanentemente en la innovación de sus productos. Aunado a ello, la competencia entre las empresas las orilla a sacar con mayor velocidad nuevos modelos que pretendan ganar esta carrera. Además de tener en cuenta el mercado al que iría dirigido su producto, agregando aún más modelos a su producción con distintos precios de venta.

Aparentemente, cualquier teléfono móvil, sin importar el precio va a ser substituido cada dos años»
Todo ello, pareciera estar en favor del consumidor, quien tendría una amplia gama de opciones para elegir, tanto en características como en precios. Sin embargo, aunque cada vez hay más de donde elegir esta elección pareciera durar cada vez menos. Pues en un lapso de no mayor a 2 años, cualquier teléfono, sin importar modelo o precio parece ya no funcionar.
Obsolescencia programada
Parecería lógico pensar que después de un par de años los dispositivos no funcionen de la misma forma que cuando eran nuevos, pero a diferencia de otros aparatos tecnológicos como las computadoras o los televisores, la vida de un celular parece muy corta.
Esto no es casualidad, el presidente de la fundación FENISS (Energía, e Innovación Sostenible sin Obsolescencia Programada) Benito Muros, asegura que las empresas programan un tiempo definido en los que sus productos dejaran de funcionar. Por ello, la vida útil de un celular en la actualidad ronda entre los 18 y 24 meses.

Según Benito Muros, esta práctica genera problemas para la sociedad actual en distintos niveles. Primero, se encuentra el impacto ambiental, pues esta programación produce toneladas de basura anualmente. Entre los desperdicios están valiosos minerales usados en la producción de los teléfonos que llegan a la basura. Otro problema, según el experto que ha estudiado el fenómeno durante 19 años, es la brecha de desigualdad que aumenta debido a esta práctica:
La obsolescencia programada se identifica a partir de ciertos puntos:
- Es la planificación o programación del fin de la vida útil de un producto o servicio.
- Tras un periodo de tiempo previamente calculado por el fabricante el dispositivo se torna inservible u obsoleto.
- La batería del dispositivo dura mucho menos de lo habitual
- El software necesita ser constantemente actualizado.
- Ciertas piezas del celular se debilitan y su reparación supone un costo comparable al de adquirir un nuevo dispositivo.
- Muchas aplicaciones dejan de ser compatibles con el dispositivo.
«Si se quiere intentar alargar la vida útil de un teléfono móvil, habría que someterlo a reparaciones que podrían ser más costosas que comprar uno nuevo, y para eso lanzan al mercado uno nuevo cada año, con presuntas mejoras o prestaciones que nos seducen y nos alejan de la idea de reparar y actualizar”
¿Cuánto tiempo podía durar un teléfono móvil?
Entre 10 y 12 años, a partir de lo dicho por el experto a la BBC mundo, los componentes mecánicos y electrónicos de un teléfono cuya obsolescencia no esté programada debieran de durar este tiempo. Por otra parte, el software podría ser diseñado para ser vigente durante al menos 6 años, incorporando al mismo la capacidad de adaptar ciertos avances tecnológicos a lo largo de esos años.
Por otra parte, hay que estar conscientes que en muchas ocasiones son los mismos consumidores los que exigen a las grandes corporaciones diseños cada vez más potentes. Dispositivos que se adapten con mayor rapidez a las necesidades del mundo moderno. Cosa que Muros no descarta, pero que puntualiza:
“No se trata de dejar de comprar lo que necesitas, sino de exigir que los productos sean reparables y actualizables, que siempre puedas incorporar la última tecnología para que no haya que adquirir todo el aparato entero”
El problema adquiere varias dimensiones, puesto que los consumidores ya han interiorizado la idea que normaliza el hecho de adquirir un nuevo dispositivo casi cada uno o dos años. Según los datos globales de la financiera MarketWatch el consumidor promedio renueva su dispositivo cada 15 meses:
“El reto es concienciar a la gente del gravísimo problema que representa la obsolescencia programada. Es necesario un cambio de modelo no basado en el crecimiento permanente, sino en la sustentabilidad”
El papel de las empresas
Recientemente las empresas Apple y Samsung fueron multadas en Italia debido a este tema. Las autoridades anti-monopolio del país sancionaron con 10 y 5 millones de Euros respectivamente por haber hecho obligatorias actualizaciones que disminuían la eficiencia de algunos de sus productos. Tras la actualización obligatoria ninguna de las dos empresas dio la opción a sus clientes de regresar a la versión anterior una vez que se comprobara la disminución de su capacidad.

Apple reconoció que creó una función en el software de algunos de sus modelos IPhone, incluyendo el 7, (cuyo precio en aparadores sigue siendo muy alto) para evitar “apagones”. Función que laceró el funcionamiento de los dispositivos.
La empresa, admitió ralentizar sus teléfonos de manera intencional, argumentando hacerlo debido al “envejecimiento” de las baterías de litio.
Por otra parte, Samsung niega dichas acusaciones por lo que apelara la decisión del organismo italiano. Mientras esto ocurre, ambas marcas están obligadas a publicar una declaración en sus sitios web en Italia para informar a sus consumidores sobre la sanción recibida. De igual forma, en Francia Apple se encuentra bajo investigación por los mismos hechos.
¿Cómo la tecnología podría reemplazarnos?