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Calambres y clemencias: Culpables e indulgencias del nuevo régimen #4T

Bajo la lógica del nuevo régimen, autonombrado #4T primero se acusa, se busca que el señalado se defienda y si se porta bien y coopera, entonces puede ser indultado.
«La sentencia no se dicta de repente: el proceso se convierte poco a poco en sentencia.» El proceso, Franz Kafka.
 
Sucedió la semana pasada. Hubo alguien (el presidente), a quien alguien (quién sabe quién), le dijo que alguien (el ex ministro Cossío, persona respetada y prestigiada), pudiera estar haciendo algo que en estos tiempos el gobierno considera indebido (asesorar a unas personas en un asunto legal).
El escuchador se vuelve, ipso facto, acusador de un “no-delito”, y algunos medios toman el asunto como una “revelación”.
El acusado aclara que él no asesora en ese tema. El acusador lo “exonera”, y dice que el acusado no está “involucrado” (sic). El ex ministro acusado del “no-delito” agradece que el poder escuche y acepte el deslinde del único cartel que no habrá de ser tolerado, el “cartel de los ampareros”.

Todo en un rato, porque estamos en tiempos de la justicia ultra expedita, con preeminencia sobre amparos, y juzgados, y Supremas Cortes. Lo de hoy son las etiquetas en friega, nosotros y ellos, estás allá o estás acá. Bartlett está acá. ¿Y usted?
 
Es extraño, o debiera ser, que ante una escena de pistola en sien, algunos exhalaran aliviados. Qué bueno que todo se aclaró, porque efectivamente el ex ministro no se ha “involucrado” en ese brete. Pues sí, pero pues no. Porque el tema, todos los sabemos, no es que alguien se equivocó. El tema, todos lo sabemos, es enviar una alerta a una persona y de paso, siempre, a la galería política, y esperar a ver si el acusado acepta la enfática invitación que se le hace para salir de la lista de conspiradores.
Lo del agradecimiento ya fue de pilón. Igual que los beneplácitos ante la honestidad de todos los involucrados. Vienen a la mente los aplausos de opositores y algunas organizaciones con el nacimiento de una Guardia dizque civil, a cambio de elevar el abuso contra las Fuerzas Armadas encargándoles de lleno la seguridad pública y de militarizar al país con cobertura constitucional. Algunas sonrisas habrán adornado las conversaciones del gobierno, entonces y ahora.
 
Como en todo, lo que se ve es la menor parte, y fuera de reflectores hay historias siniestras, en las que litigantes y jueces honorables han recibido los mensajes de rigor, usualmente de tono suave, magnánimo, porque al final de las amenazas y de las leyes persecutorias que se agolpan en las tuberías mediáticas y legislativas, podría haber indulgencia.
En la pedagogía del “nuevo régimen”, empapada de moralina religiosa, los delitos son pecados y los pecados capitales sólo son de orden político.
Hay un proceso de enjuiciamiento permanente del que se derivan sentencias, pero hay clemencia para los que enmienden el camino. Y todos entienden. Y algunos corrigen. Y algunos agradecen. Y algunos aplauden.

José Antonio Polo Oteyza

Director General de Causa en Común

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