Aprendizaje colaborativo para el Siglo XXI | Laura Aguila ✒️

En este año 2023 y después de haber transitado por condiciones complejas en el ámbito educativo debido a la pandemia por covid-19, así como el cierre prolongado de los centros escolares, es indispensable replantearse el papel de la pedagogía para el siglo XXI, identificando las competencias que las y los estudiantes verdaderamente necesitan desarrollar para enfrentar el panorama actual.

Esos añejos enfoques de corte tradicional en donde se privilegiaba la memorización y aplicación de procedimientos sencillos, impiden el desarrollo del pensamiento crítico y la autonomía de las y los estudiantes. El panorama educativo contemporáneo requiere que los educandos participen en un aprendizaje colaborativo, que sea significativo apoyado en la investigación, lo que les facultará para desarrollar capacidades de orden superior.

De este modo, el aprendizaje necesita estar relacionado con experiencias de la vida cotidiana, para así permitir a los estudiantes la oportunidad de construir y organizar su conocimiento, reflexionar y analizar acerca de su entorno, tomando en consideración que las y los estudiantes aprenden de diversas formas, lo cual representa para los docentes un importante desafío en el desarrollo y aplicación de estrategias eficaces para apoyarlos en su proceso de aprendizaje, con base en sus necesidades reales.

Las nuevas generaciones de estudiantes son más “actores que espectadores” de su aprendizaje, por lo que con base en estas características, los procesos de enseñanza actuales se basan principalmente en tres principios pedagógicos a saber:

• Personalización
• Participación 
• Productividad

Investigaciones recientes señalan que los educandos desarrollan mayormente nuevas competencias a través de habilidades meta-cognitivas al reflexionar objetivamente sobre los nuevos conceptos adquiridos, para lograr integrar esta nueva información a los conocimientos, habilidades y destrezas que ya poseían, incorporándolos a sus estructuras conceptuales, acción que les respaldará y afianzará el aprendizaje posterior.

Favorecer el pensamiento crítico a través del aprendizaje basado en proyectos, estudios de caso, o bien basado en problemas, requiere forzosamente la colaboración entre pares, y este proceso de colaboración a su vez genera que las y los estudiantes desarrollen y fortalezcan nuevos aprendizajes y competencias, principalmente interpersonales e intrapersonales.

Esto a su vez, lleva a un aprendizaje profundo, al evitar que los estudiantes  se limiten a memorizar y/o repetir solamente hechos y conocimientos aparentemente sin conexión, o bien de aplicación limitada, generando oportunidades para aprender y comprender nuevos conceptos e ideas complejas, permitiendo asimilarlos para posteriormente aplicarlos en distintas situaciones y contextos reales.

De este modo, la pedagogía del siglo XXI requiere emplear estrategias docentes innovadoras, sustentadas en la investigación, apoyarse en las tecnologías del aprendizaje y vincularlas a la vida real

Judy Willis, neurocientífica e investigadora en neurociencia y educación, resalta que “para la neurociencia al cerebro se le agiliza el aprendizaje cuando se incorpora mediante esquemas, mapas, gráficos y cualquier otra herramienta que permita la formalidad y el orden. La información mostrada de forma organizada y estructurada incorpora una actitud positiva para captar la atención del alumno. Dicha información se maximiza cuando ésta se relaciona con aprendizajes previos, es decir, vivencias personales que los alumnos tienen y que permiten entender mejor lo aprendido”.

Por lo tanto, aprender es un proceso por el cual se adquiere una determinada información y se almacena para poder usarla cuando haga falta. El aprendizaje se produce como consecuencia de una serie de procesos químicos y eléctricos.

Por lo tanto, la pedagogía del siglo XXI tiene como objetivo crear un ambiente propicio para la cognición compartida, el pensamiento colectivo, así como la valoración de la individualidad y la visibilidad de la diversidad; hacer el pensamiento visible, es decir trasladar el conocimiento conceptual a la practicidad. Acompañar a las y los estudiantes durante su proceso de comprensión y apropiación del aprendizaje y no solamente en el resultado final, a través de la autoevaluación.

Favorecer que los educandos tengan un compromiso real con su participación y adquisición del conocimiento, así como exponer sus puntos de vista, lo que facilitará el tránsito a la independencia, ya que las aportaciones individuales fortalecerán la autoconfianza y gusto por seguir aprendiendo a través de la colaboración.

Así, el aprendizaje colaborativo, como punto central de las nuevas pedagogías, busca que los y las estudiantes elaboren ideas propias en torno a los contenidos de aprendizaje durante las sesiones de clase, que se sientan en libertad de expresar opiniones y conectar sus enseñanzas con acciones de la vida cotidiana que sean representativas y vivenciales, convirtiendo este proceso en un aprendizaje significativo y para toda la vida.

Con estas bases, la escuela del siglo XXI necesita orientarse  a que los docentes apliquen técnicas y estrategias que favorezcan que sus estudiantes aprendan a pensar por sí mismos, a través de debates, foros, mesas redondas, elaboración de ensayos, que promuevan el trabajo colaborativo y el pensamiento creativo, ya que es justamente la creatividad lo que apoyará a que los estudiantes avancen en su capacidad para resolver problemas complejos de una manera productiva y efectiva.

Fomentar el aprendizaje colaborativo sienta las bases en la construcción de ambientes de aprendizaje, en donde la prioridad es que los estudiantes se sientan motivados para aprender, comprender y aceptar la diversidad sociocultural que prevalece en las aulas y en las escuelas, creando comunidades de aprendizaje en los salones de clase y en la comunidad escolar en general,  buscando que predomine la igualdad y la equidad.

Y como bien lo señala el sociólogo y filósofo francés Edgar Morin “la educación basada en el pensamiento complejo, vive y siente, crea y no especula. Es una educación creativa que trasciende. Una educación ha de ser generatriz, y no rigidez de lo absoluto”.

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