Lejos queda aquella imagen del debate poselectoral de 2016 que, en domingo y horario estelar, en su canal más importante, Televisa transmitió sobre el sentir de los tres principales partidos políticos de aquel tiempo, el PRI, PAN y PRD, sobre los primeros resultados arrojados aquella noche. Ese día, fue el más importante que ha vivido el panismo, aliado con el PRD en la mayoría de los terrenos en disputa, desde el 2000: derrotaría al PRI y satélites en Chihuahua, Durango, Tamaulipas, Quintana Roo y Veracruz, llevando la transición a varios de ellos por primera vez en su historia. Ni Fox con su tsunami político hizo tanto como el desencanto hacia Peña Nieto. ¡Qué imparable se veía el PAN, capitalizador de esa furia por las corruptelas del ‘nuevo PRI’!
En ese espacio, frente a López-Doriga, el dirigente Ricardo Anaya sonreía, no era asunto menor, había roto con 6 años de recuperación priista, y había llevado al derrotero del fracaso a su contraparte oficialista, Manlio Fabio Beltrones. Es más, prometió esa noche que el PRI se iba a ir en 2018, juró que el PAN y una gran coalición ‘ciudadana’ regresarían al poder. Su locura presidencial iniciaría, los pactos se quebrarían. La suerte del joven queretano apenas tomaba color. ¡Qué tiempos aquellos!
Ese juramento fue destruido dos años después, cuando finalmente la sociedad mexicana le dio al lopezobradorismo la oportunidad más grande y legitima de toda la historia de la germinal democracia nacional. Después de eso, a pesar de distintos factores y hechos muy dudosos, el hecho es que el ‘partido-movimiento’ se ha llevado todo el oro: ahora gobierna 16 estados de la República, la mitad del país.
Mientras tanto, el PAN le persigue con sólo 7, poniendo ahora en juego dos: Durango, y su joya de la corona, Aguascalientes, bastión ya histórico de los más férreo y creíble que tiene dicha asociación. Con la lógica de repartición de candidaturas en ‘Va por México’, Durango tiene un gallo de extracción priista, duro a morir contra el panismo, que le es recíproco. Entonces, en realidad, solo peleará una entidad. A pesar de lo que se pueda argumentar de la coalición tripartita, ¡qué pequeño se ve el blanquiazul ante tanto en juego!
Ni el PAN ni Martín Orozco, ¡es Marko!
La elección local que vivirá la entidad de Aguascalientes el próximo 05 de junio, no es un referéndum sobre el actuar del panismo en tierras hidrocálidas. Que nadie, principalmente en MORENA, se confunda. Las encuestas presentan una aprobación mayor de la gestión del gobernador Martin Orozco Sandoval, muy lejano a la candidata María Teresa Jiménez Esquivel, que la que trae el presidente Andrés Manuel López Obrador. Aquí, los guindas presentan una fuerte desventaja.
Sin embargo, al reconocer la intransitable relación que Orozco tiene con Jiménez (el gobernante quería colocar su ‘delfín’), Marko Cortés siente en sus poros el viento de cambio que se presenta en Aguascalientes. Los hidrocálidos no desean que otra élite, como la de Reynoso Femat, se apodere de sus vidas. Es por eso que, a pesar de todos los consejos para no intervenir de lleno y aprovechar la estructura para escenarios más complejos, Cortés Mendoza ha puesto sus energías allí.
El gobernador no se ha disciplinado ni en público ni en privado, llevando incluso a la senadora Martha Márquez Alvarado, amiga de Sandoval, a rebelarse y contender por el Verde-PT, quien no compite junto a MORENA, donde se encuentra Nora Ruvalcaba Gámez, hasta hace poco ‘superdelegada’ de AMLO. Eso pone nervioso al panismo, aislado por un priismo estatal desanimado. Las coaliciones electorales entre estructuras bien definidas ideológica y políticamente, al principio, no son causa de identidad por el simple hecho de militar o simpatizar con una de las partes.
La sangría hacia el oficialismo nacional eleva las alertas al grado máximo. No solo son los priistas, sino que también, huestes panistas han dado el salto hacia una estructura donde no se sientan excluidos. La táctica iniciada paradójicamente por Anaya, cuando se hizo de la candidatura en 2018, hoy le juega otra mala pasada a Cortés, quien ensimismado en el proyecto del tricolor Alejandro Moreno Cárdenas hacia la ‘Silla del Águila’, se ha distraído del desencanto total que sus correligionarios atraviesan. Tere, una de sus ‘padroneras’, está más cerca que nunca de su anhelado sueño, pero, ¿a qué costo?
El PAN retiene, y Marko con la otrora estructura anayista, suspiran aliviados
En cualquier agregado de encuestas o sondeos con mayor credibilidad, Jiménez aventaja desde 14 hasta por 20 puntos a su inmediata rival, Ruvalcaba, sustentada por Sheinbaum y Gabriel García, quienes siguen sin remontar su pobre capacidad movilizadora de votos. No está Monreal, y poderes fácticos como el narcotráfico, ese que tanto le ayudó a MORENA el año pasado, no dominan con tanta claridad la entidad. El rechazo a AMLO es muy fuerte. La gestión de Orozco Sandoval, bien calificada. Nada que hacer aquí. Único lugar donde la oposición parece ganar con claridad.
Sin embargo, las actitudes de dirigentes como Marko Cortés, cobijados por personas con poca reputación como Teresa Jiménez (denuncias públicas y judiciales al por mayor), son risibles a más no poder. De luchar con Ricardo Anaya palmo a palmo en 2016, ahora se encierran en un espacio con poca influencia territorial y poblacional.
Esa sí es la realidad del PAN del 2022.
Eder Jorge Guillén Muñoz 🖋️
@EUt911
Ciencia Política UNAM
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